Cuando hablamos de vigorexia, nos referimos a un trastorno mental mediante el cual un individuo se siente preocupado por parecer pequeño, enclenque y débil cuando físicamente no lo es, situación que desemboca en la obsesión patológica por su estado físico. La vigorexia está relacionada con el trastorno obsesivo compulsivo, y al mismo tiempo, podemos describirlo como un trastorno dismórfico corporal que comparte cierta predisposición biológica. A este problema también se le conoce con el nombre de dismorfia muscular, complejo de Adonis o anorexia inversa y se presenta con mayor frecuencia en los hombres jóvenes entre 20 y 30 años, afectando su dieta y sus hábitos de vida.
Con relación a sus características, podemos decir que esta enfermedad se reconoce por la extrema adicción al ejercicio o a las actividades físicas, y luego, a una ingesta excesiva de proteínas, carbohidratos, esteroides y todas las sustancias que motiven el crecimiento de los músculos y promuevan una masa muscular más sobresaliente. En este escenario, el afectado paulatinamente va convirtiéndose en una persona obsesiva cuyas decisiones girarán en torno a su preocupación estética y nada más.
En tanto, si una persona se mira al espejo hasta cinco veces por hora, se compara con otros hombres que practican fisicoculturismo, se siente acomplejada por creer tener un cuerpo inadecuado y presenta problemas graves de autoestima, está revelando una conducta que demuestra su preocupación excesiva por la estética, aspecto que está íntimamente relacionado con el diagnóstico de la vigorexia y que conlleva a sospechar de su presencia. Esta característica también es conocida con el término de “bodychecking”.
En el caso de las actividades físicas, el afectado estructurará un programa de entrenamiento intenso, constante y exigente que incluirá ejercicios con pesas que estimulen el aumento del músculo. Actividad que termina convirtiéndose en un estilo de vida, y luego en una obsesión que inevitablemente afectará parte de la vida del afectado. Aunado a esto, hablamos de la dieta y la preocupación por cumplir ese régimen alimenticio que está construido en base a acelerar el proceso y conseguir los resultados de forma inmediata. Cabe decir que el entrenamiento en exceso con pesas puede causar una mala formación muscular y aquí es cuando la enfermedad se hace evidente.
Otra de sus características es el consumo de drogas, debido a que estas sustancias estimulan el desarrollo de los músculos, pero al mismo tiempo, originan desórdenes alimenticios y problemas agregados como la bulimia. Al respecto, podemos decir que una de las características de la vigorexia es relacionarse con otros problemas psicológicos y biológicos que complican la enfermedad, y además, obstaculizan su diagnóstico.
En la vigorexia podemos distinguir dos tipos, el primero afecta a los individuos que necesitan cambiar radicalmente su aspecto físico para conseguir una figura más voluptuosa, deseo que jamás queda satisfecho por tener siempre la sensación de que se está muy delgado o enclenque, y la segunda afecta a los individuos que hacen ejercicio de forma excesiva, siendo el deporte o las actividades físicas una prioridad en sus vidas.
Los afectados tienden a distorsionar la percepción que tienen de ellos mismos y comienzan a dedicarse al ejercicio de una forma enfermiza, afectando distintas áreas de su vida, entre ellas: el campo familiar, laboral, personal, social, y de pareja, generando serios problemas físicos y emocionales en el individuo. Entre sus consecuencias podemos resaltar que el afectado puede empezar a seguir dietas pocos saludables que dañen su aparato digestivo y alteren sus valores sanguíneos, y aquellos que se someten a un entrenamiento con pesas muy fuertes son propensos a padecer de lesiones en el aparato locomotor. En este punto, es usual que el vigoréxico deje de lado su vida social y familiar para dedicarse a realizar sus ejercicios mañana, tarde y noche. El afectado al mismo tiempo, sufrirá cambios de humor, retención de líquidos, acné, problemas sexuales y alteraciones cardíacas.
Es importante aclarar que la Organización Mundial de la Salud y millones de expertos alrededor del mundo coinciden en que el ejercicio físico es una actividad apropiada y muy beneficiosa para el organismo, sin embargo, la comunidad médica asegura que practicarlo en exceso produce efectos negativos en nuestro cuerpo. Es así como se ha comprobado que hacer más de dos horas de ejercicio más de seis veces por semana es un síntoma claro de esta obsesión.
La mayoría de los trastornos se producen por la fusión de diversas causas (físicas y psicológicas) y la vigorexia no escapa de esta realidad:
El bullying
Recordemos que esta enfermedad suele presentarse desde los 18 años, y esto se debe a que las burlas y la violencia en la etapa escolar y universitaria constituyen un elemento fundamental en la formación de la autoestima del individuo, de modo que si éste recibió maltrato durante su etapa estudiantil, es posible que a futuro desarrolle inconformidades con él mismo o complejos que lo motiven a refugiarse en el ejercicio y en las excesivas preocupaciones estéticas, este escenario también se presenta con otros trastornos como la anorexia y la bulimia.
La familia
Existen más probabilidades que una persona que viva en un entorno familiar hostil y desagradable sufra cualquier tipo de trastorno que una que viva en un ambiente de armonía. Al respecto, debemos decir que un hogar funcional es indispensable para la formación del individuo, entendiendo que es en el núcleo familia donde se promueven los valores y se fortalece el amor propio. La mayoría de las personas carentes de afecto y poco comunicativas terminan convirtiéndose en individuos con desórdenes emocionales y psicológicos en mayor o menor medida.
Los medios de comunicación
En este caso, nos referimos a la influencia de la cultura popular, siendo la televisión uno de los principales medios difusores de estereotipos e imágenes influyentes en los individuos que desean “estar a la moda”, por tanto, aseguramos que los medios de comunicación masivos constituyen un papel importante en la forma en la que una persona se observa a sí misma, especialmente si ese individuo tiene una personalidad obsesiva, problemas de autoestima o inconvenientes emocionales con sus vínculos afectivos. Actualmente, tanto la televisión como los medios publicitarios favorecen la vigorexia, debido a que se preocupan por mostrar figuras esculturales, algunas con las llamadas “medidas perfectas” que logran vender productos, y además, imponer una moda estética para delimitar cuáles son los cánones de la belleza en la época contemporánea.
Antes de hablar sobre el tratamiento de la vigorexia y las posibles terapias, el psicólogo o psicoterapeuta deberá someter al paciente a pruebas diagnósticas para conocer con mayor detalle sus condiciones, y para ello, el individuo tendrá que realizarse un análisis de sangre que permita detectar el consumo de alguna droga o suplemento que esté generando consecuencias negativas en su organismo. Luego, una entrevista con un psicólogo donde se indagará sobre la frecuencia y la intensidad del ejercicio físico, así como las razones que motivan esta actividad, y por último, los respectivos exámenes nutricionales que reflejarán si el individuo presenta alguna carencia en su dieta. Por tanto, una persona que sufra de vigorexia debería asistir a un nutricionista para nivelar los desórdenes alimenticios, un psicoterapeuta para descubrir las razones por las cuales se produce la obsesión por el deporte y un psiquiatra, que de ser necesario, recomendará fármacos que controlarán las depresiones relacionadas con la dependencia del ejercicio físico.
Psicoterapia contra la vigorexia
La atención psicológica es fundamental para el tratamiento de la vigorexia ya que es un trastorno con múltiples causas. Su aplicación deberá ser a largo plazo y es posible que el profesional deba recetar antidepresivos o ansiolíticos que ayuden a reducir los niveles de depresión y ansiedad durante el tratamiento. Especialmente en este punto debemos acentuar la importancia del apoyo familiar y de los amigos más cercanos, dado que diversos estudios han comprobado que la evolución del paciente varía de acuerdo a eso.
Por otra parte, el psicólogo deberá modificar la conducta del paciente y el criterio que tienen sobre sí mismos y su propio cuerpo, y esto lo logrará una vez que trabaje con el control de sus pensamientos frecuentes y los sentimientos que tenga al respecto, para ello deberán conocer las causas exactas de la enfermedad. Algunos profesionales aplican técnicas como la hipnosis para acompañar la terapia y reducir su tiempo.
Entre los objetivos de este tratamiento contra la vigorexia podemos mencionar: lograr que el paciente tenga una percepción más realista de sí mismo, subir los niveles de autoestima, equilibrar el sentido de la perfección, mejorar la vida social del paciente, fortalecer la seguridad en sí mismo, mostrarle al individuo que existen otras actividades tan satisfactorias como practicar ejercicio físico, superar las obsesiones y nivelar los estados de ánimo.
El tratamiento psicológico podemos dividirlo en cuatro etapas que deben cumplirse para superar la vigorexia. La primera de ellas es la fase de formación, donde el psicólogo o especialista le proporcionará al paciente los datos e información que necesita sobre una imagen corporal adecuada, cómo se forma y la forma en la que debemos relacionarnos con nuestro cuerpo, en este punto, el especialista también hablará sobre la enfermedad y sus consecuencias.
En la segunda fase, el paciente debe ajustar la auto-percepción, es decir, el criterio o concepto visual que tiene de sí mismo, por consiguiente, es tarea del psicólogo proporcionarle una visión más realista a través de técnicas o terapias. Luego tiene lugar la tercera fase, muy parecida a la segunda, pero en esta oportunidad el paciente identificará las consecuencias que la enfermedad está produciendo en su vida y comenzará a observarse de un modo más objetivo, ajustando sus propios pensamientos e identificando las creencias erradas.
Pasamos a la cuarta fase, una de las más complicadas porque tiene como objetivo conducir los sentimientos del paciente. Se trata de la etapa en la que el individuo siente rechazo, asco o dolor por su propio cuerpo y el psicólogo o psicoterapeuta debe identificar estas sensaciones para pasar a la quinta fase, cuyo objetivo será detectar los comportamientos que están produciendo daños en el cuerpo del paciente para sustituirlos por otros que generen beneficios. Por último, la sexta fase le corresponde a la etapa en la que tanto el psicólogo como el paciente deben prevenir posibles recaídas.
Por último, aunque la vigorexia es un trastorno poco frecuente, existen grupos de apoyo dirigidos por psicoterapeutas que ayudarán al individuo a reconocer este problema y superarlo. Aunque se trate de una terapia sencilla, está comprobado que es una de las más efectivas, además porque al mismo tiempo fortalece las relaciones sociales del individuo y le dan a conocer que no es la única persona que padece vigorexia, por lo que el paciente dejará de sentirse como un “ser extraño”.
Fármacos
Cuando el trastorno llega a niveles crónicos, se hace necesario recurrir a la implementación de fármacos. Los más recomendados por los especialistas son los inhibidores no selectivos que ayudarán a reducir los signos dismórficos y los inhibidores de la recaptación de serotonina que ayudarán a controlar las obsesiones-compulsiones. Vale decir que este tratamiento debe ir acompañado de otros para poder erradicar la enfermedad.
Nutrición
Esta terapia la dirige un nutricionista, quien tendrá el objetivo de estructurar un patrón de alimentación saludable y organizar una dieta que incluya todos los grupos alimenticios que el paciente necesita, por tanto, tendrán que regularse las porciones de alimentos y deberán distribuirse en el transcurso del día mientras se introducen gradualmente los alimentos que contienen grasas de origen vegetal para adaptar al organismo a una nueva dieta de forma progresiva.
Una vez cumplido el tratamiento, es recomendable que el paciente conozca las pautas para prevenir nuevamente este problema o para ayudar a otras personas que estén propensas a padecer el mismo trastorno, por ende, se sugiere realizar programas de ejercicios bajo la supervisión de un entrenador especializado, así como someterse a exámenes físicos constantes que corroboren la salud del individuo y verifiquen que sus condiciones se adecúan a los ejercicios que va a realizar, por tanto, el entrenador debe evitar que el individuo realice sobreesfuerzos innecesarios y que detenga el entrenamiento una vez que se presente la fatiga, el dolor o el cansancio.
Psicólogos de Bogotá expertos en vigorexia