La pareja es una institución social basada en una relación diádica cuya estructura interna implica: exclusividad, empatía, valoración, toma de decisiones, y mutua defensa. Matrimonios, concubinatos y noviazgos se enfrentan diariamente a las complejas dinámicas de convivencia e integración. Y es que la unión de dos personas implica un exigente proceso adaptivo en el que ambas partes deben comprometerse en un proyecto de vida común.
Usualmente, toda relación empieza con una fase de enamoramiento sublime o de idealización del “otro” que paulatinamente se modifica. Aspectos como: la rutina, los estilos de vida, el historial afectivo, los contextos culturales, las priorizaciones y las necesidades particulares de cada miembro, tienden a incidir en la evolución o el deterioro de la relación. Pero ¿Qué ocurre cuándo estar en pareja se convierte en un sufrimiento?, ¿Cómo lidiar ante discusiones y desavenencias incesantes?, ¿Cuándo se hace necesario asistir a una Terapia para parejas?
Durante su trayectoria, las relaciones interpersonales deben afrontar diversos factores estresantes y situaciones de contraste y de distanciamiento emocional. Es difícil precisar con exactitud cuándo se debe acudir a una terapia. Sin embargo, los psicólogos de pareja sostienen que si los conflictos interpersonales obstaculizan de manera continua y significativa la vida de uno o de ambos miembros de la relación, resulta pertinente buscar la asistencia de un experto. Diferentes investigaciones revelan que este tipo de terapia es más eficiente si se presta tempranamente. Es decir, ante la presencia estable y duradera de disconformidades, frustraciones, o discrepancias, no se puede adoptar una actitud inerte o apática. Ignorar los conflictos, o esperar soluciones mágicas sólo repercute en el desgaste de la pareja, y en su posible ruptura. De hecho, si la terapia se asume como último recurso, es poco probable que sea efectiva.
Así como una díada es el escenario propicio para el goce, la reciprocidad, la intimidad, y el contacto sexual, también lo es para la generación de problemas, depresiones, intolerancia y descontento. Cabe agregar que, una relación conflictiva puede incidir de forma negativa en todas las áreas de vida de un individuo. Quien sufre una crisis de pareja probablemente tendrá dificultades en la valoración de otras relaciones personales (nuevos noviazgos), puede verse afectado en su autoestima y sus estados anímicos, e incluso en su desempeño laboral.
Entonces, sintonizar con el “otro”, no es tarea sencilla. Alcanzar un estado armónico entre los pares resulta complejo, puesto que depende de los más diversos factores que van desde lo social hasta lo cultural. De allí, la importancia de la psicología de pareja, la cual se dedica a orientar sanamente las crisis de los integrantes de una relación amorosa. Por tanto, es tarea del psicólogo evaluar, estudiar, y analizar los conflictos aparentes y subyacentes de los pacientes. Experto y pareja trabajan conjuntamente en modificar y superar las dinámicas relacionales que producen pesar, angustia e inconformidad.
Ahora bien, ¿En qué consiste la Terapia para Parejas (TP)? Es un proceso clínico psicológico que se ocupa de reducir y solventar los problemas cotidianos de los miembros de una relación sentimental. Tiene la finalidad de orientar y reprogramar de ser necesario el Sistema Intrapersonal (relación con nosotros mismos) y el Sistema Interpersonal (relación con otras personas) de los pacientes.
Se puede decir que, la Terapia de Parejas es el espacio apropiado para que los sujetos hagan frente a sus diferencias y desencuentros, con el propósito de tomar una decisión racional en cuanto a rescatar su relación o poner fin sanamente a la misma. Innegablemente, asistir a este tipo de terapia es una oportunidad de mejoramiento y de crecimiento para ambas partes.
Es importante explicar que el psicólogo de parejas interviene, educa y asesora a los sujetos. El mismo, tiene la finalidad de capacitar y entrenar a las personas involucradas sentimentalmente para que logren identificar y comprender sus conflictos, con el objetivo de trabajar en ellos y superarlos. También los prepara para advertir y prevenir la ocurrencia de eventos intolerantes o de situaciones problemáticas o dañinas. Una de las funciones más relevantes de la terapia, es que el especialista contribuye a mejorar las habilidades de comunicación, integración y negociación de los individuos vinculados.
Una vez en la sesión, el terapeuta establece metas claras para los pacientes y les instruye acerca de las actitudes y las respuestas deseadas. Para esto, realiza sugerencias y recomendaciones teniendo en consideración: la autonomía, la reciprocidad, la intimidad, la confianza y las posibilidades de crecimiento de ambas personas. Así también, el experto realiza procesos de retroalimentación en los que resalta tanto los aciertos, como desaciertos de cada uno, basándose en el seguimiento y la evaluación de comportamientos específicos de sus rutinas y quehaceres.
Aunque la estructura de la Terapia de Pareja suele variar, se puede sintetizar en tres fases fundamentales: Evaluación, intervención y seguimiento. Durante la evaluación se establece el motivo de la consulta y las expectativas generales de la terapia. En cuanto a la Intervención, ésta se basa en la aplicación estrategias (entrenamiento, tareas, intercambio de roles) destinadas a generar cambios conductuales. Finalmente, el seguimiento es una etapa de monitoreo y de verificación del compromiso y los cambios de los pacientes.
Vale decir que cada matrimonio o noviazgo posee una “personalidad” propia, por lo cual, el especialista deberá ajustar su método y abordaje. Al respecto, el psicólogo de pareja explorará e interpretará los detonantes y procesos que alteran o perjudican la calidad de la relación.
¿Qué problemas se atienden en una Terapia de Pareja? Diferentes estudios señalan en primer orden, la falta de comunicación. Aunque las personas intentan conversar, frecuentemente terminan discutiendo de forma acalorada. Lejos de acercarse a una solución parece que los conflictos se acrecentaran debido a errores básicos, tales como:
Asignación de culpas: Consiste en imputar culpas al otro. En este sentido, es bastante común que las personas hagan responsable a sus parejas de sus pesares, en lugar de expresar de forma directa y clara lo que experimentan. Si se imputan culpas desde la crítica y el reclamo es poco probable que haya un entendimiento. Por tal razón, la persona afectada debe manifestar los daños o consecuencias que ha generado el comportamiento del compañero.
Temperamento impulsivo: Actuar de forma impulsiva conlleva a la pérdida de control. Las personas responden imprudentemente, devastando lo que está a su alcance. Este tipo de arrebato, suele generar resentimiento y rabia.
Conflicto cero: La evitación es una grave falla de comunicación. Muchas parejas piensan que obviando los problemas éstos desaparecerán. En este sentido, hay personas que prefieren guardar silencio antes de molestar o incomodar a su compañero, incluso cuando el problema es serio y les ha dañado; callar ante faltas significativas, sólo contribuye a agravar el problema.
Entre otros problemas comunes se encuentran: Insatisfacción sexual, falta de empatía, discrepancias en la repartición de los oficios domésticos, conflictos de interacción cotidiana, diferencias ideológicas, desavenencias con parejas previas, problemas de compatibilidad, desilusión, infertilidad, desencuentros sobre la educación de los hijos, problemas económicos, infidelidad, deficiencia en el manejo de emociones, fallo e insatisfacción en la intimidad afectiva, celos desmedidos, adicciones, por mencionar algunos.
Beneficios de la Terapia para Pareja:
Terapia de Pareja en Bogotá: Durante las últimas décadas se han generado importantes cambios en las parejas de Colombia. La autonomía de sus integrantes, las variaciones culturales, y los cambios en las estructuras familiares así lo evidencian. Dicho país ha presentado una mayor aprobación y reconocimiento de díadas que no consideran el enlace matrimonial. En este sentido, la Terapia para Parejas en Bogotá se ha reajustado a las definiciones cambiantes de los tiempos. Dentro de las Terapias más utilizadas se encuentran:
Terapia cognitivo-conductual: La cual se enfoca tanto en los aspectos cognitivos (expectativas, atribuciones) como en los comportamentales.
Terapia de las Emociones: Esta se centra en las emociones como el fundamento para reestructurar las conductas de apego y las relaciones sociales. En este sentido, se consideran los deseos y los requerimientos de las parejas para establecer los cambios de la relación.
Terapia integral de pareja: Se considera integral ya que se sirve de: las técnicas de aceptación y las estrategias de la terapia conductual. Esta promueve la empatía, el desapego y la tolerancia.