Todas las parejas viven el embarazo de diferentes formas, dependiendo de varios factores, los cuales obedecen principalmente a si el bebé que viene en camino fue planificado o no, pues en torno a ese aspecto se desenvuelve una serie de sentimientos y pensamientos que pueden beneficiar o perjudicar la relación amorosa.
Si el embarazo fue voluntario es probable que la pareja esté tan feliz que sus vínculos se estrechen aún más, mientras que si fue esperado pero resultó difícil que la madre concibiera, generalmente toda la atención se la lleva el futuro bebé y poco a poco los involucrados pierden el interés en demostrarse afecto mutuo. Pero si el embarazo no ha sido planificado ni deseado, es posible que ocurran dos cosas: que la pareja mejore su relación y la establezca como formal o que definitivamente acepte que serán progenitores, pero acuerden que eso no significa que se convertirán en una familia.
Sea cual sea la situación, durante este período suelen presentarse ciertos patrones fisiológicos y psicológicos que originan que los futuros padres se comporten de diferentes maneras durante el transcurso de las tres etapas del embarazo, lo que afecta su relación amorosa y por ende su actividad sexual, ya que no se encuentran estables emocionalmente, pues los cambios corporales y hormonales de la madre se hacen evidentes cada día.
Muchas mujeres, sobre todo las madres primerizas, desarrollan un instinto maternal que las lleva a proteger a su bebé, a tal punto que prefieren privarse del placer sexual por miedo a perjudicarlo, pues existen muchos mitos en torno al tema que señalan que las embarazadas pueden sufrir abortos espontáneos si mantienen relaciones sexuales. Algunas temen que las contracciones en el útero, producto del orgasmo, provoquen que la placenta se rompa o que se apresure el parto y el pequeño nazca antes de tiempo, mientras otras adjudican este miedo a las posiciones y movimientos que ejecutan durante el acto sexual, ya que sienten que pueden hacerle daño al feto.
Asimismo, los padres también tienen temores con respecto al embarazo, pero es difícil establecer un esquema de actitudes y comportamientos sin involucrar a la madre de su futuro hijo, pues su manera de vivir este período dependerá en gran medida de lo que ella le transmita. Sin embargo, los casos de hombres que prefieren abstenerse de tener relaciones sexuales con su pareja por salvaguardar al feto son pocos, ya que las razones que evitan que estos deseen mantener la actividad sexual se orientan más a los cambios que experimenta su pareja, los cuales se reflejan en la dinámica que adopta su relación.
Para toda mujer enterarse de que está embarazada es un hecho significativo que sin duda marcará su vida y la cambiará para siempre, por lo que al principio la idea de que en su vientre se concibe un hijo puede generar sentimientos encontrados. Si está con una pareja estable o si quería quedar embarazada, generalmente la alegría se desborda, aunque siempre está el miedo, la ansiedad y la angustia, ya sea por no saber cómo afrontar esta nueva etapa o por factores externo como el trabajo y la responsabilidad de cubrir con todas las demandas que traerá consigo el nuevo integrante de la familia; mientras que si se encuentra sola o no deseaba quedar encinta, la carga de emociones negativas será mucho mayor.
A pesar de que ambos casos se desenvuelven en contextos diferentes, el período hormonal de las mujeres durante el embarazo sigue siendo el mismo, por lo que su libido también, lo que origina que su actitud frente a la oportunidad de tener relaciones sexuales sea similar, aunque puede variar dependiendo de la manera en cómo se encuentre su relación de pareja.
Primer trimestre de embarazo
Es la etapa en la cual las madres sienten mayor temor a perder al bebé, pues empiezan a escuchar los mitos sobre tener sexo durante este período y creen que es mejor sacrificar sus relaciones sexuales a correr el riesgo de que algo malo le ocurra al feto. Además, durante los primeros tres meses sufren los síntomas más fuertes del embarazo, como nauseas, dolores de cabeza, desmayos, sensación de pérdida de fuerza, somnolencia, entre otras molestias que provocan que se encuentren indispuestas a la actividad sexual.
Como consecuencia del persistente malestar es común que las mujeres sean reactivas, lo que aunado a los cambios hormonales, origina que se encuentren a la defensiva la mayoría del tiempo y que magnifiquen situaciones que las hacen experimentar rabia, estrés y tristeza. Esto puede generar problemas de pareja, sobre todo porque la futura madre se siente incomprendida.
En diversas ocasiones, durante esta etapa, los hombres se encuentran frente a la disyuntiva de si deben atender a su mujer como siempre lo han hecho o de una manera diferente, por llevar en su vientre a su futuro hijo; y al darse cuenta de que la madre le da mayor atención al embarazo, es común que estos sientan celos o se perciban aislados de la situación por no experimentar las mismas emociones y sensaciones físicas, ya que mientras la mujer durante los primeros meses siente cambios en su cuerpo, estos sólo lo ven como una idea abstracta.
Durante el primer trimestre los hombres luchan para comprender a su pareja, pues ellos no pueden sentir las manifestaciones del embarazo y eso los hace actuar como si nada sucediera. Generalmente quieren mantener la frecuencia y la intensidad de sus relaciones sexuales e incluso aprovechar que la mujer está encinta para tener total libertad de hacer lo que se desee sin preocupaciones de que ocurra un embarazo, situación para la que antes tenían que tomar previsiones, sin embargo, encontrarse con que ella no siente el mismo deseo, los frustra y desanima.
Segundo trimestre de embarazo
Cuando inicia la segunda etapa del embarazo, la actitud frente a la oportunidad de una relación sexual parece cambiar entre los padres, ya que en este punto la mujer ha superado su miedo al sexo durante la gestación y la cantidad de hormonas que segrega su organismo la incitan a querer volver a retomar los encuentros que mantenía con su pareja antes del embarazo; sin embargo, el hombre durante los tres meses previos se adecua al nuevo estilo de vida que piensa va a tener desde ese momento y le resulta confuso el comportamiento de la futura madre al inicio de este período, que generalmente es en el cuarto mes.
Existen numerosos casos de parejas que manifiestan que durante esta etapa han tenido las mejores relaciones sexuales. Desde la perspectiva psicológica, esto sucede porque el miedo a que la mujer quede embarazada ya no existe, lo que origina que la pareja no tenga preocupaciones y centre toda su atención en el acto sexual, además de que genera mayor libertad y confianza; asimismo, las hormonas de la mujer provocan que esta sienta más sensibilidad y placer, por lo que alcanza el orgasmo con frecuencia. Todos estos factores ayudan a que la autoestima de los padres se eleve, las emociones positivas afloren y en consecuencia la relación amorosa mejore.
A pesar de lo antes mencionado, durante estos meses el hombre debe tener cuidado de herir los sentimientos de su pareja, pues la mujer tiende a ser aún más susceptible que en el primer trimestre y es común que se desaten discusiones si ella percibe que su compañero no se excita con la misma rapidez o no siente ganas de tener relaciones sexuales, pues la futura madre inmediatamente interpreta que ya no la quiere o que no la desea por los cambios que ha sufrido su cuerpo. Esta situación, tan diferente a la anterior, puede ocasionar que por el contrario la autoestima de ambos baje y no aprovechen la oportunidad que las circunstancias les brindan para estrechar aún más sus vínculos emocionales y vivir juntos nuevas experiencias en el aspecto sexual.
Tercer trimestre de embarazo
Es la última etapa, por lo que el padre ya tiene una idea clara del embarazo y se hace ilusión por el bebé que viene en camino, lo siente en el vientre de la mujer y lo considera una realidad; en ese momento comprende lo que la madre experimentó desde el primer de embarazo. En este período suelen disminuir los encuentros sexuales, pues el tamaño del abdomen de la mujer dificulta la penetración, sin embargo, es común que en estos últimos meses las parejas recurran al sexo oral, para no dejar de lado la actividad sexual ni perjudicar al bebé.
Cuando se acercan las 37 semanas de embarazo, usualmente las parejas se olvidan del tema y centran su atención en la salud de la madre y el bebé, por lo que la actividad sexual suele disminuir, pero esa situación no afecta la relación de una manera negativa. Por el contario, los futuros padres aprovechan de compartir momentos valiosos de intimidad, en los cuales hablan de su bebé y de su relación, lo que los hace sentir apoyo mutuo y experimentar emociones positivas que aminoran la ansiedad y el estrés.
Aunque se conoce un patrón de conducta con respecto a la actividad sexual de las parejas durante las diferentes etapas del embarazo, existen casos en los que este no se cumple en su totalidad, porque cada individuo posee diferente carácter, personalidad y temperamento, lo que se traduce en que el pensamiento y las emociones que siente ante determinado evento no pueden establecerse y ser consideradas invariables. En este sentido, desde la perspectiva psicológica se han logrado reconocer algunos factores que originan que disminuya la actividad sexual en los meses de gestación, estos son:
En las mujeres
Desde que una mujer queda encinta por primera vez, el miedo y las dudas la invaden, sin importar que el embarazo haya sido planificado o no, pues no se siente preparada para convertirse en madre, ya que no se considera capaz de cuidar a un bebé y brindarle toda la protección que este necesita. La mezcla de felicidad con emociones negativas como el temor y la ansiedad, originan que esta empiece a investigar sobre el tema, y generalmente lo primero que encuentra son los mitos que existen en torno al aspecto sexual durante el embarazo.
El instinto maternal de resguardar a ese pequeño que trae en su vientre provoca que disminuya su deseo sexual, pues mantener a salvo a su bebé es la única cosa que considera realmente importante en ese momento, y aunque luego consulte con un especialista y este le manifieste que no hay problema alguno con que mantenga relaciones sexuales con su pareja, es poco probable que la madre ceda al acto con facilidad. Igualmente, los cambios de humor producto de la segregación de hormonas y los recurrentes malestares que caracterizan los primeros meses de embarazo, también evitan que esta tenga ánimo de mantener una actividad sexual recurrente, por lo que en el primer trimestre sentir el apoyo de su pareja es esencial para mantener un buena relación.
Asimismo, algunas mujeres pueden manifestar baja autoestima, esto debido principalmente a los cambios de su cuerpo, ya sea porque no le permiten mantener el mismo estilo de vida que llevaban antes de quedar embarazada o porque no se sienten atractivas con la nueva figura que han adoptado. Hay casos en los cuales las futuras madres creen que ya no son deseadas por su pareja, a causa de su aspecto, por lo que los hombres deben tomar en cuenta la susceptibilidad que tiene la mujer durante el embarazo y aprender a ser más sutiles en cuanto a sus comentarios, para que estos no sean mal interpretados.
Imaginar cómo será su vida después del nacimiento del bebé, saber que tendrán que dejar el trabajo un tiempo, contar con la certeza de que no podrán salir con la misma frecuencia que lo hacían antes, que deberán abandonar ciertas actividades para dedicarle todo su tiempo al pequeño, entre otros pensamientos que suelen tener las madres; también es motivo para que afloren las emociones negativas y con ellas el mal humor, las recurrentes discusiones con su pareja, la disminución del apetito sexual y hasta la depresión.
En los hombres
Generalmente antes de llegar el embarazo los hombres no tienen una idea clara de lo que se puede hacer o no durante esta etapa, incluso algunos creen que cuando la mujer está encinta no puede tener relaciones sexuales y luego se llevan una gran sorpresa cuando se enteran de que sí. Sin embargo, los cambios de humor que sufren las mujeres y la indiferencia que estas transmiten hacia el sexo durante los primeros meses, pueden ocasionar que disminuya el apetito sexual de los futuros padres, porque estos saben que en lo único que ellas piensan es en el bebé que viene en camino y las situaciones que como familia deben resolver antes de su nacimiento.
A pesar de que pocas veces lo confiesan, hay hombres a los que les disgustan los cambios físicos que atraviesan las mujeres, sobre todo después del cuarto mes de embarazo, cuando comienza a notarse el crecimiento del vientre. Algunos llegan a afirmar que no se sienten atraídos por la figura de la futura madre y por eso les cuesta mantener el ritmo de las relaciones sexuales tal como lo llevaban antes, esta situación puede traer consigo problemas de pareja e infidelidades. Pero desde la perspectiva psicológica, psicólogos y psicoterapeutas relacionan este comportamiento a los cambios anímicos y de personalidad que sufren las mujeres durante este período. Por otra parte, no debemos olvidar que hay hombres que se sienten más atraídos por ese físico tan especial y único de la mujer embarazada, en lugar de mujeres con vientre plano ya que las encuentran más atractivas.
Al igual que las madres, pero en menor medida, hay padres que temen por el bienestar de su hijo y no se sienten a gusto conteniendo ciertos impulsos durante el sexo, así que prefieren impedir el acto sexual y de esta manera su frustración; pero esto ocurre en mayor medida con las parejas que están acostumbradas a las relaciones sexuales agresivas, pues para otras es posible controlar el ritmo y evitar riesgos.
Muchas parejas se ven afectadas por la apatía sexual durante el embarazo y eso los lleva a caer en discusiones, episodios de celos motivados a la desconfianza y hasta infidelidades en los casos más extremos; todo esto a pesar de que debería ser el momento en el que estén más unidos, pues pronto construirán una familia en la cual ellos son el núcleo.
Por considerarse un problema de los futuros padres en torno al embarazo, específicamente causado por los cambios de humor, comportamiento y la apatía sexual, aunado a todas las disputas que esto ha generado, la terapia de pareja es la más recomendada. Esta es una metodología que se aplica en la psicoterapia cuando una relación se encuentra afectada por situaciones que aquejan a los dos involucrados y en la que aparentemente no intervienen otros factores o personas externas.
Durante las sesiones de terapia, los individuos conversan con el terapeuta lo que les sucede, las emociones que sienten y lo que esperan de su pareja, siempre atendiendo a las directrices del psicólogo, quien figura como moderador. En este caso la finalidad de la terapia de pareja es encontrar el motivo por el cual se suscitan los problemas, poder conversar de manera calmada sobre los acontecimientos que han provocado la aversión por el sexo durante el embarazo y conseguir razones para querer recuperar la relación, la comunicación y por consiguiente su intimidad.
A pesar de que esa es la manera en la cual generalmente se realizan las sesiones de terapia de pareja, si el psicólogo diagnostica que solo una de las personas involucradas es la que tiene problemas emocionales, alteraciones psicológicas o esconde secretos que podrían ser los que han generado un cambio en la dinámica de su relación sexual con su pareja; es probable que le proponga asistir a sesiones individuales, para así encontrar la verdadera razón por la que tienen dificultades. Una vez que el terapeuta evalúe por completo a sus pacientes, tanto en pareja como de forma individual, determinará cuál será la metodología que aplicará en cada caso.
Es importante resaltar que si antes la pareja no tenía problemas en el aspecto sexual, sino que estos se manifestaron después de la noticia del embarazo, por los cambios hormonales, anímicos o psicológicos de la madre, es probable que solamente con sesiones de psicoterapia en pareja vuelvan a retomarse con regularidad los encuentros sexuales. En caso de que no sea psicológico, sino médico, es necesario que la persona afectada recurra a un especialista en el área, ya sea a un ginecólogo, urólogo o sexólogo, dependiendo de la situación.
A diferencia de lo que las madres piensan al inicio del embarazo, el sexo durante este período trae numerosos beneficios, tanto para la pareja, como para el bebé. En el orgasmo la mujer segrega una serie de hormonas, principalmente oxitocina, serotonina y endorfina, que le provocan placer y bienestar, sensaciones que también experimenta el feto, lo que contribuye a que el pequeño se sienta a gusto en el vientre de su madre. Muchos especialistas incluso aseguran que cuando los futuros padres mantienen encuentros sexuales con frecuencia, el bebé tiende a ser más tranquilo y moverse menos dentro de la placenta.
De igual forma, durante el orgasmo también son recurrentes las contracciones en el útero, estos movimientos repetitivos permiten que los músculos pélvicos de la madre se ejerciten y disminuya el dolor que sentirá cuando se acerque el nacimiento de su hijo. A veces, durante las últimas semanas, esto puede originar que el bebé se ubique en posición cefálica o que se adelante el parto, pero usualmente en los días previos al alumbramiento las parejas no mantienen relaciones sexuales.
Asimismo, otro aspecto positivo para la pareja, es que la actividad sexual ayuda a que la confianza y la comunicación se mantengan, produciendo que su relación amorosa sea estable y no se deteriore por los frecuentes cambios hormonales de la madre. Además permite que los hombres se involucren aún más en el embarazo y no se sientan ajenos a lo que en él ocurre, ya que de esta manera pueden entender el instinto maternal de la madre y sentir la misma ilusión de tomar a su hijo entre brazo.
El sexo durante el embarazo ayuda a elevar la autoestima de la madre, pues a pesar de que su físico ha cambiado, se siente cómoda y percibe que es deseada por su pareja. Incluso, según diversos estudios, los hombres son más atraídos por las mujeres que están seguras de sí mismas y eso aunado a los sentimientos que los padres experimentan durante este período, provoca que disfruten del sexo y de su intimidad.
Entre otros beneficios que se obtienen gracias al sexo en el embarazo, se encuentra el aumento del flujo vaginal de la madre, por lo que se siente más lubricada; mayor y mejor oxigenación para el bebé, producto de la aceleración del ritmo cardíaco y por consiguiente de la circulación, y la liberación de prostaglandinas durante el coito, sustancia que se encuentra en el semen y que contribuye a las contracciones del útero.
Sin duda, mantener relaciones sexuales durante el embarazo ayuda a que la pareja se complemente, que las emociones encuentren un equilibrio y que el ambiente en el que se desarrolla el bebé sea mucho más sano y placentero, tanto fisiológicamente como psicológicamente; por eso, es importante acudir a los especialistas e informarse de manera correcta antes de inhibirse de disfrutar todos los beneficios que trae consigo el sexo durante este período, el cual debe ser motivo de felicidad y gozo para los futuros padres.