En Colombia, el Maltrato Infantil se ha hecho una práctica cada vez más arraigada. Según las estadísticas indicadas por el ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar), en el año 2015 bajó la tasa de violencia en infantes en un 24% respecto al año 2014, aun así, en el primer trimestre de 2015 en Colombia se descubren 1.391 procesos de víctimas de maltrato infantil, donde con un análisis más profundo de estas cifras obtenemos que:
[chart data="39.8,30.2,28.7" labels="39,8% menores de 6 años|30,2% menores entre 6 y 12 años|28,7% adolescentes" colors="058DC7, 000000, 058DC7" bg="bg,s,FCFCFC" size="700x200" title="Afectados en Colombia por Maltrato infantil segun la edad" type="pie" is3D="true" tooltip="true"]
Teniendo en cuenta que las cifras son solo para procesos registrados, se estima que el total de víctimas sea una cifra mucho mayor, que hacen pensar en nuevas estrategias que conciencien a la sociedad colombiana, en las que deben estar incluidos tanto padres, madres, cuidadores, educadores, … como los propios compañeros de clases, amigos o hermanos y primos los que muchas veces responden con un silencio ante esta violencia.
Es evidente que un importante porcentaje de la población todavía considera que el uso de castigos, tanto físicos, como psicológicos, resulta esencial en el proceso de crianza. Al respecto, muchos padres sostienen que, ante la desobediencia de los hijos, se deben aplicar sanciones severas y consistentes que contribuyan a la apropiada educación de los mismos. El problema se presenta cuando los representantes no están en la capacidad de distinguir entre el uso y el abuso de las prácticas disciplinarias y correctivas, por lo que incurren en malos tratos que afectan la integridad física, intelectual, emocional, y moral de los niños.
Ahora bien ¿Qué se entiende por Maltrato Infantil? Ocurre cuando los responsables del cuidado de un menor perjudican o amenazan su bienestar y felicidad. Se trata de cualquier acto u omisión que impide el desarrollo íntegro de las potencialidades y las habilidades del infante. El maltrato a niños, niñas, y adolescentes se caracteriza por la privación de los derechos fundamentales, y el menoscabo de la dignidad y de la libertad del afectado. Usualmente, los maltratos comienzan cuando los padres se sienten sobreexcedidos por los retos de la crianza. Un progenitor deprimido, irascible, impaciente, e incluso, adeudado o desempleado, puede perder fácilmente el control sobre sí mismo, y sobre su hijo. La vejación de menores incluye: la violencia física, el descuido, el abandono, la crueldad psicológica, la explotación comercial, y el abuso sexual.
El maltrato físico sucede cuando padres o responsables de forma intencional causan lesiones o daños corporales al niño como moretones, quemaduras, heridas, fracturas, traumatismos, entre otros. Para este fin, el adulto invade el espacio personal del menor y realiza un contacto directo en el que infringe: empujones, codazos, sacudidas, mordeduras, puntapiés, puñetazos, tirones, cachetadas, o palizas. Según la intensidad, este tipo de maltrato se puede considerar:
a) Leve: Castigo físico no frecuente para reprender una conducta inapropiada del menor. En este caso, se hace uso de la fuerza con el propósito de causar dolor, pero, sin generar ningún tipo de lesión,
b) Mediano: Sanción de forma violenta y repetitiva que lastima de forma considerable al pequeño,
c) Grave: Se trata de maltratos severos que pueden amenazar la vida del infante. Este tipo de violencia también puede comprender la tortura corporal.
El maltrato infantil en modo de abandono o negligencia se presenta cuando las necesidades básicas del niño no son atendidas por los progenitores o tutores encargados. Es así como, los responsables no se ocupan de supervisar el adecuado crecimiento de los pequeños en áreas alimentarias, éticas, educativas, y sanitarias. De este modo, tienden a privarlos de alimentos, descuidan el aseo, incumplen las recomendaciones médicas, desatienden los asuntos relacionados con el mundo académico, e incluso, suelen exponer a los niños o adolescentes a ambientes peligrosos e inseguros. Es bastante común que los padres negligentes se muestren indiferentes ante los requerimientos propios del infante, aun estando en condiciones de satisfacerlos.
En cuanto al Maltrato Psicológico, se considera que la denigración, los gritos, la humillación, la ridiculización, las amenazas, la devaluación, la intimidación, el rechazo, la discriminación, los insultos e improperios, la comparación, el encierro, la omisión de gestos afectivos, y otras maneras de hostilidad, constituyen esta forma de agresión hacia los menores. Usualmente, el maltrato psicológico se genera ya que el adulto no tiene la capacidad de aceptar al infante tal cuál es. Las situaciones de abuso psicológico no son fáciles de identificar durante la infancia temprana. Sin embargo, producen graves consecuencias en el desarrollo mental, emocional, o social del infante. Es posible que el niño pierda la confianza en sí mismo, y se convierta en un sujeto extremadamente sumiso, o extremadamente violento.
Otra forma de Maltrato Infantil es la explotación laboral, la cual consiste en que el niño es forzado a trabajar, cumpliendo extenuantes jornadas que habitualmente deberían ser realizadas por adultos. Cuando los padres de un menor le exigen contribuir económicamente o dedicar gran parte de su tiempo al negocio familiar, automáticamente se ve obligado a ganarse la vida, mermando sus posibilidades de estudiar y recrearse lo cual desmejora su sano desarrollo y su porvenir.
Con relación al Abuso Sexual, es una de las situaciones más complejas y lamentables que padecen los niños. Consiste en el abuso de poder o de autoridad para obtener gratificación sexual con un menor. Normalmente, el adulto se sirve de la diferencia de edad y de su capacidad física para perpetrar su agresión en la víctima. El abuso sexual se puede presentar: a) Sin contacto directo, por medio de exhibicionismo, llamadas telefónicas eróticas, pornografía, y palabras indecorosas u obscenas; b) Con contacto directo, generando estimulación oral o genital, caricias impropias, o violaciones. En el caso del abuso sexual infantil, es bastante habitual que se genere en el seno del hogar (incesto).
Muchos progenitores que maltratan a sus hijos, provienen de hogares desestructurados y disfuncionales en los que padecieron de abusos en su infancia. De este modo, es bastante probable que un niño que haya crecido en un ambiente hostil tienda a convertirse en su adultez en un perpetrador de maltratos.
Durante los primeros años de vida, los pequeños se crean una imagen de quienes son a partir del trato y de la influencia de sus padres. De estos primeros contactos, el niño aprenderá a percibirse como un sujeto merecedor de ternura y afecto, o, como un sujeto intolerable o despreciable. De allí que, un niño resentido, lastimado, o abusado, pueda llegar a ser un adulto agresivo, receloso, y violento.
Hasta el momento no se conoce exactamente cómo los aspectos neuropsicológicos del adulto inciden en el riesgo al maltrato infantil. Sin embargo, los hallazgos científicos han demostrado que los perpetradores de daños físicos y emocionales tienden a presentar fallas en importantes áreas cognitivas orientadas a: la resolución de conflictos, el razonamiento, la empatía, la descarga emocional, la comunicación asertiva, la evasión de problemas, entre otros.
Usualmente, los adultos con tendencias al maltratado se ofuscan al lidiar con las conductas propias de un infante. El llanto, las rabietas, y los comportamientos estresantes de los menores suelen desbordar sus habilidades y capacidades. En otras palabras, el progenitor no tiene una respuesta de afrontamiento lo suficientemente efectiva para superar la dificultad o el obstáculo en la crianza. Es debido a esta incompetencia para la resolución de conflictos, que el padre o responsable tiende a experimentar gran frustración e irritación con el niño, por lo que genera impulsos agresivos hacia él.
De igual modo, estos sujetos presentan considerables déficits en la capacidad empática, es decir, que tienen dificultad para percibir lo que sus hijos experimentan. Estos progenitores no logran comprender la visión, ni el estado emocional de los más pequeños, lo cual resulta una considerable interferencia en el proceso de comunicación. Como el adulto no puede reconocer lo que ocurre al menor, no logra resolver los problemas cotidianos, por lo que siente malestar y cólera.
Además, estas personas se caracterizan por ser poco tolerantes y verdaderamente impulsivas. En este sentido, suelen tener conflictos para canalizar sus sentimientos, incomodidades y decepciones. Sus descargas emocionales son abruptas y violentas, por lo que pueden lastimar físicamente a los menores.
Los maltratadores también padecen de baja autoestima, experimentando sensaciones de: inseguridad, torpeza, inutilidad, e incompetencia. El progenitor se percibe a sí mismo de forma negativa y tiene problemas de aceptación personal.
En cuanto a la tendencia a evadir problemas, muchos padres optan por desentenderse e ignorar a su propia familia. En otras palabras, el adulto de forma negligente e indolente evade su compromiso paternal. Este tipo de maltrato se debe a los comportamientos de evitación, por medio de los cuales, los progenitores buscan eludir sus responsabilidades.
Se comprobado que el abuso de estupefacientes y alcohol acrecienta el riesgo de maltrato infantil. Por un lado, se encuentra el maltrato prenatal, el cual ocurre cuando la madre consume sustancias tóxicas durante el embarazo. Dicha situación genera graves problemas de nutrición, maduración y crecimiento del feto. Por otro lado, se encuentran los padres que desarrollan su adicción una vez que el niño ha nacido. En este contexto, los infantes son más vulnerables a ser desatendidos, ya que la prioridad de los progenitores será satisfacer su adicción.
Se considera que existen ciertos rasgos característicos de los menores que pueden desencadenar el maltrato infantil. A continuación, algunos factores influyentes:
-Edad del niño: De acuerdo a estudios longitudinales, las situaciones de maltrato físico y psicológico disminuyen a medida que el niño crece. No obstante, el abuso sexual y la explotación laboral infantil suelen reforzarse con los años.
-Circunstancias precedentes del nacimiento: Las situaciones previas al nacimiento del bebé, es decir, la gestación y el embarazo, pueden acrecentar los riesgos del niño de ser víctima de maltrato. Entre dichas circunstancias se encuentran: a) El nacimiento del menor no ha sido deseado, ni planificado, b) El embarazo es consecuencia de abuso sexual, c) La concepción es extraconyugal, o con un compañero eventual, d) El menor nace después de un divorcio, e) El embarazo y el alumbramiento afectan gravemente la salud física y psicológica de la madre, lo que puede producir que el infante sea rechazado o ignorado.
-Circunstancias después del nacimiento: Una vez que el niño ha nacido existen una serie de factores y de expectaciones que se consideran de riesgo, tales como: a) Infantes con discapacidades: Cuando un menor sufre de alguna incapacidad física, psíquica o un padecimiento crónico, se afectan seriamente las expectativas y los deseos de los padres. Lamentablemente, la condición especial que presenta el pequeño puede generar desaprobación, desinterés, e incluso evitación; b) Infantes con alteraciones conductuales: Cuando los niños presentan frecuentemente comportamientos desadaptados, como: hiperactividad, agresividad, insomnio, inestabilidad emocional, déficit de atención, son más propensos a ser víctimas de malos tratos, ya que generan gran frustración y ansiedad en sus padres. En muchas ocasiones las alteraciones conductuales que desarrolla el menor, son el resultado de las acciones violentas que recibe de sus progenitores. Y es que, en la infancia temprana los niños suelen reproducir las conductas que observan.
La estructura familiar incide en el logro de una paternidad competente. Cuando existe discordia entre los cónyuges, y la paternidad se debe ejercer en solitario (familia monopaternal), los niños son más vulnerables a ser tratados de forma violenta. Evidentemente, criar a un menor sin el apoyo de una pareja es una tarea compleja y demandante que puede conllevar al abuso del menor o, contrariamente, a no recibir una equilibrada educación y disciplina debido a la desatención y permisividad que a futuro en su adolescencia haga que se convierta en un hijo tirano contra la propia familia. De acuerdo a diferentes investigaciones, en el caso de familias reconstituidas, en las que la madre decide rehacer su vida con otro hombre, existe un alto riesgo de agresiones físicas por parte del nuevo compañero sentimental.
De igual modo, la existencia de una familia excesivamente numerosa incidirá de forma negativa en la dinámica de las relaciones. Si los padres se sienten excedidos o sobregirados en sus roles, es muy probable que tengan problemas en el cuidado y la crianza de sus hijos. De manera que, se sirven de castigos severos y punitivos con la finalidad de reasegurarse como figura de autoridad.
Existe una clara relación entre las dificultades económicas y los problemas familiares. Cuando los progenitores no pueden satisfacer las necesidades básicas del hogar, aumenta el riesgo de abuso infantil. En este sentido, la escasa disponibilidad de recursos financieros incidirá en el bienestar de la familia y en el trato hostil hacia los hijos. Debido a que los padres no pueden mantener una vivienda digna y adecuada, experimentarán sensaciones de ineptitud, incompetencia, y depresión que pueden descargar negativamente con los menores.
Cuando los progenitores o responsables continuamente menosprecian, ridiculizan, amenazan, golpean, o rechazan a niños y adolescentes causan serios problemas físicos y psíquicos que pueden permanecer en la vida entera del afectado. Entre las consecuencias psicológicas más notorias del Maltrato Infantil se encuentran:
-La víctima de maltrato y de abandono genera una autoestima baja. No se siente digna, ni merecedora del afecto de sus padres. Y es que el concepto que el menor tiene de sí mismo (autoimagen), se ve profundamente deteriorado por las constantes descalificaciones y las intimidaciones que recibe. Lamentablemente, dichos pequeños se ven a sí mismos de forma neutra o negativa. Creen que son malos, desagradables, fastidiosos, o estúpidos debido a que sus padres se lo han afirmado durante años y al ser sus figuras paternas esas calificaciones negativas han quedado grabadas en sus mentes. Además, tienen dificultades para expresar sus propios sentimientos porque se ven de forma negativa y en la mayoría de las situaciones puede que les hayan cohibido su forma de expresarse.
-Los niños maltratados aprenden a usar la agresividad para resolver los problemas que se le presentan. Además, con el tiempo, los infantes maltratados tienden a desarrollar un alto nivel de aceptación frente al uso de la fuerza y del castigo.
- Cuando los padres son negligentes y no proporcionan confort, ni seguridad, el niño desarrolla apegos inseguros que repercuten en su adaptación y desarrollo. Como consecuencia, el menor presenta dificultades para establecer vínculos sanos consigo mismo y con las demás personas.
- Algunos estudios han demostrado que los infantes que padecen malos tratos pueden presentar demoras en el correcto uso del vocabulario y en el desarrollo del lenguaje.
-La violencia psicológica en niños y adolescentes produce síntomas depresivos, ansiedad y angustia. El menor experimenta un alto nivel de nerviosismo, preocupación y sufrimiento al interactuar con figuras de autoridad.
- El estrés generado por la situación de abuso físico o emocional, puede causar problemas de atención, memoria y aprendizaje.
-Los infantes agredidos severamente por sus progenitores o parientes asumen comportamientos de "adultos". En ocasiones, es probable que estos menores tiendan a cuidar a otros pequeños y eso en ocasiones puede desembocar en maltrato entre hermanos, debido a que el hermano mayor que cuida al pequeño utiliza, por imitación de sus progenitores o familiares, las mismas técnicas agresivas que él recibe.
- En cuanto a la interacción con iguales, el niño maltratado tiene dificultades para el establecimiento de relaciones sociales con sus pares. Se caracteriza por mostrar conductas agresivas o retraerse del intercambio social. Las víctimas de malos tratos tienden a: la hostilidad, la irritabilidad, el absentismo, la evasión, la mentira, entre otros.
- Existe evidencia de que las prácticas abusivas de los representantes producen daños en los procesos resilentes del niño. De esta manera, se ven afectadas las capacidades de afrontamiento y de resistencia antes los embates y obstáculos de la vida.
- Los menores golpeados, insultados o desatendidos presentan problemas en su desarrollo integral. Debido a que los representantes del niño no proporcionan los cuidados apropiados para que el infante forme sistemáticamente sus habilidades (autonomía, supervivencia, comunicación, afrontamiento de problemas), el menor padecerá de una serie de retrasos motrices o cognitivos, desviaciones conductuales, y de daños emocionales significativos.
- Tienen dificultad para dormir, presentan problemas para descansar de forma relajada y plácida. En ocasiones, pueden experimentar terrores nocturnos, y pesadillas.
- Otro aspecto importante es que, el maltrato infantil genera desconfianza, temerosidad y timidez, ya que estas experiencias violentas repercuten en la introversión y el aislamiento del niño.
- En líneas generales, las prácticas abusivas durante la infancia ejercen un impacto devastador que se puede prolongar durante toda la vida. Hasta el momento se ha demostrado que, los adolescentes víctimas de agresiones son más vulnerables a la depresión (moderada y severa), al consumo de drogas y alcohol, a la ideación suicida, y, a desarrollar conductas sexuales de riesgo.
Terapia Gestalt
Desde la perspectiva de la gestalt se considera al paciente de maltrato infantil como una “totalidad”. En este sentido, se evalúa la interdependencia de las partes que constituyen al menor, es decir, la dinámica entre la mente, el organismo, y el campo (ambiente familiar, amical, cultural). La idea es conocer cómo interactúan y se involucran todos los aspectos de la existencia del niño que inciden en la agresión que padece.
Cuando la terapia gestalt se orienta al Maltrato Infantil persigue los siguientes objetivos: a) Mejorar el auto-concepto del niño (el sentido de sí mismo), b) Enseñarle a identificar sus límites, c) Ayudarle a integrar los aspectos propios de la “totalidad” (mente, cuerpo, y campo), d) Afianzar la comunicación y la expresión de sentimientos, e) Fortalecer las habilidades para lidiar con la hostilidad y la rabia, f) Desarrollar la auto- transformación.
Para iniciar el psicólogo se presentará, debido a que es esencial que le expliquen en qué consiste el tratamiento y cuál es su importancia. Es necesario que desde el primer encuentro se entable un trato respetuoso y cordial. Seguidamente, aclarará que las sesiones se realizarán bajo estricto secreto ético a fin de proteger al paciente, y, se establecerán una serie de reglas y pautas que usarán a lo largo del proceso terapéutico. El especialista, también propondrá un conjunto de técnicas, formas de trabajo, y actividades creativas para realizar la intervención. Es importante resaltar que la Terapia gestalt parte del principio de “Vivir Aquí y Ahora”, por lo que se ayuda al niño a enfocarse en el presente. El objetivo es entrenar al pequeño para que no viva de recuerdos, ni de anticipaciones. En el caso de Maltrato Infantil se recomiendan ampliamente las siguientes estrategias psicológicas:
-El juego en la terapia. Es conveniente que esta técnica se aplique sin un enfoque directivo, es decir, que el experto le ofrezca plena libertad al niño. La idea es que el menor disfrute de una atmósfera agradable y segura que le invite a expresarse libremente. Se pretende que el pequeño se haga más consciente de su cuerpo y de sus sentidos. En este caso, el especialista no intenta condicionar o dirigir al menor, por el contrario, se adecua y sigue los pasos que voluntariamente realiza el infante. Por medio del juego se busca que el niño adquiera nuevos aprendizajes, y resignifique ciertas acciones.
-Uso de la fantasía. En la terapia gestalt se puede utilizar la fantasía y la imaginación de forma defensiva a fin de sustituir, arreglar o mejorar eventos o situaciones difíciles de tratar. El psicólogo emplea esta técnica para ayudar al pequeño a expresarse sobre realidades poco gratas.
-El dibujo. En la terapia infantil los dibujos resultan valiosas herramientas de comunicación. El terapeuta puede pedirle al niño que realice diversos dibujos (familia, grupos, pauta libre, pauta de completación, entre otros). Una vez que el menor termina su asignación se le solicita que haga comentarios acerca de la misma. Resulta importante que el paciente explique cada uno de los elementos representados. Se busca que el niño revele la intención de la creación, y que comente la importancia de las formas y los colores seleccionados.
-Actuación. En este caso, se le propone al infante que interprete un rol terapéutico, bien sea, imaginario o real. Es así como, el niño puede encarnar a sus padres, hermanos, maestros, amigos. Dicha práctica permitirá al especialista tener una visión bastante clara de cómo el menor percibe a las personas a su alrededor. Se ha comprobado que, estos ejercicios de actuación facilitan la comunicación durante las consultas y pueden reforzar importantes habilidades cognitivas.
Una vez que el niño recupera el sentido de sí mismo y se encuentra en capacidad de expresarse libremente, ha llegado el momento de espaciar las sesiones progresivamente hasta dar por culminado el proceso terapéutico.
Terapia Reparatoria
Esta intervención terapéutica tiene como finalidad que la víctima de Maltrato Infantil genere un adecuado sentido de sí mismo, entendiendo su valía, su importancia, y sus derechos. La orientación principal es que el niño aprenda a sobrellevar y superar las consecuencias físicas y psicológicas del abuso vivido. En líneas generales el proceso reparatorio comprende las siguientes etapas: El reconocimiento y la aceptación de los hechos violentos (el niño comprende que ha sido una víctima), la clarificación de las consecuencias del maltrato, la reconstrucción de la autoestima, y, finalmente el desarrollo de una vida positiva.
¿Qué se entiende por reparación psicológica? Es un procedimiento por medio del cual se busca restituir la dignidad, y recuperar la sensación de control de un paciente severamente violentado.
En el caso de Maltrato Infantil, se comenzará por establecer una relación no abusiva, enmarcada en un trato atento, justo, y considerado, a fin de generar un claro contraste de las agresiones que ha recibido previamente el niño o el adolescente. Es de agregar que, el terapeuta graduará la intensidad emocional de cada consulta atendiendo al estado de afectación que presenta el paciente.
Seguidamente, el especialista comunicará de forma clara y minuciosa las metas y las características de la terapia de reparación, facilitando toda la información para que el menor se sienta cómodo y asuma un rol activo en el proceso. Los primeros acercamientos consistirán en escuchar, evaluar y validar el testimonio del afectado. Al respecto, resulta fundamental comprender la relación que mantiene el niño con el maltratador, consigo mismo, y con sus allegados.
Corresponde entonces, promover la desculpabilización de la víctima y la resignificación de los eventos dramáticos. El terapeuta debe trasmitir claramente que la violencia es responsabilidad exclusiva de la persona que ejerce el maltrato. Y es que, para alcanzar la “reparación” cognitiva es indispensable que el menor se sienta libre de culpas.
Luego se trabajará en identificar las consecuencias de los abusos corporales y psicológicos. Una vez que se conocen las repercusiones de la violencia se aplicarán estrategias de afrontamiento y de superación que permitan al infante integrar las vivencias negativas y recuperar su dignidad.
Una de las estrategias más recomendadas consiste en “poner el maltrato en una perspectiva”, es decir, que el paciente con la guía del psicólogo, debe entender y reconocer que las prácticas abusivas, negligentes o maltratadoras experimentadas han llegado a su fin, y que por tanto, no deben incidir o afectar el resto de su vida.
De manera progresiva se trabajará en la reconstrucción de la autoestima, en el desarrollo de las competencias personales, y en el mejoramiento de las áreas de fortaleza. El propósito es que el niño se encuentre capacitado para llevar una vida libre de maltratos y de abusos.
En cuanto a los progenitores, requerirán de un proceso de rehabilitación por medio del cual puedan superar las incompetencias parentales. Para esto, se sugiere asistir a Terapias Cognitivas- Conductuales, las cuales han demostrado su eficacia en el cambio de comportamientos y de pensamientos favorecedores de la violencia intrafamiliar. Entre las técnicas psicológicas más empleadas se encuentran: a) Auto-observación de las emociones negativas, b) Auto-registro de actividades y sentimientos, c) Autocontrol, d) Desensibilización Sistemática, c) Modelado de conductas no trasgresoras, d) Reestructuración Cognitiva, e) Juego de Roles, f) Reforzamiento de habilidades de comunicación, g) Time out.
Psicólogos de Bogotá expertos en casos de maltrato y violencia infantil