La hipocondría es una afección o trastorno psicológico que tiene como principal característica la preocupación exacerbada del paciente con respecto a su bienestar o el temor a padecer problemas serios de salud. Esto quiere decir que cuando el individuo afirma internamente la presencia de una enfermedad grave o incurable, empieza a experimentar síntomas somáticos, a pesar de que el médico asegure la ausencia de alguna enfermedad. Y en caso de haber un problema de salud, la hipocondría se presentaría como una preocupación desorbitada e injustificada frente a la gravedad de la enfermedad existente.
Por otra parte, algunas personas piensan que este trastorno se limita exclusivamente a la preocupación desenfrenada por la salud, pero la verdad es que es un problema psicológico muy frecuente producto de la depresión o la ansiedad frente a enfermedades o la misma muerte.
La conclusión a la que llega la persona parte de la interpretación catastrófica e individual de un conjunto de sensaciones, signos, síntomas o cualquier factor que indique un desajuste corporal, por ejemplo, una herida pequeña, la tos o las taquicardias.
En otras palabras, la ansiedad provoca respuestas corporales que a su vez generan sensaciones que el individuo interpreta como síntomas de una enfermedad. El individuo se ve atrapado en una especie de ciclo que no termina hasta que se inicia un tratamiento. Asimismo, algunos estudios clínicos aseguran que la hipocondría también es un problema que se manifiesta frecuentemente en los hombres de edad avanzada o en personas que atraviesan por edades vulnerables (la adolescencia, por ejemplo).
Es importante aclarar que una persona debe cuidar de su cuerpo y de su organismo porque es una conducta favorable para su bienestar, acción que también le permitirá prevenir algunas enfermedades. Estos cuidados son positivos especialmente si la persona en efecto padece de una enfermedad, sin embargo, para que esto sea considerado favorable, dichos cuidados deben ser controlados por un experto en salud.
Podemos hablar de hipocondría cuando el individuo manifiesta respuestas cognitivas como observar detalladamente sus funciones corporales y al percibir algún cambio, asumirlo inmediatamente como la presencia de una enfermedad. Otro escenario frecuente es que la persona hable mucho y de forma obsesiva sobre enfermedades o síntomas.
Por otra parte, las respuestas fisiológicas, emocionales y conductuales se resumirían en la presencia de la ansiedad, cambios de ánimo injustificados, conversar con extraños sobre los síntomas que supuestamente se experimentan, pasar días enteros investigando en internet o en libros sobre el origen de una enfermedad, visitar constantemente a distintos médicos o especialistas y disminuir las actividades cotidianas y de placer.
Existen hipocondríacos que evitan consultar a los médicos porque no quieren aclarar dudas o enfrentarse a la posibilidad de padecer una enfermedad (en caso de que el individuo realmente padezca de una enfermedad) y prefieren conservar las interpretaciones individuales que le generan angustia y ansiedad. Las personas que sufren hipocondría son individuos depresivos e inseguros, en ocasiones, usan el argumento de estar enfermos para despertar el interés en los demás.
Cuando hablamos de síntomas somáticos nos referimos a que el hipocondríaco, en efecto, está experimentando todos los malestares y sensaciones que describe, sin embargo, estas no tienen origen fisiológico u orgánico sino psicológico, esto se debe a que los procesos psicológicos y mentales se manifiestan en el organismo y generan malestares. Este desequilibrio se presenta de forma lenta y con tendencia a empeorar con el tiempo.
Otra de las características propias de este trastorno es que el hipocondríaco se siente totalmente incomprendido, observa que nadie más puede entender lo que él está sintiendo y que no le toman la importancia suficiente como para detectar su enfermedad. Lo cierto es que el individuo solo espera que encuentren e identifiquen el malestar que le aqueja para solucionarlo, este escenario lleva a la depresión dado que el hipocondríaco cree que su enfermedad no tiene solución posible.
Es común que los hipocondríacos argumenten la presencia de síntomas sin fundamento, por ejemplo, que sienten dolor en las venas, que tienen los huesos fríos o que el corazón está fatigado. Esto ocurre por la misma inquietud de querer encontrar una explicación lógica o razonable de los signos que está presentando, por consiguiente, el hipocondríaco se otorga la licencia de explicar lo que está sucediendo con una propiedad y sutileza muy característica, aclarando además el alcance de los síntomas que presenta. El afectado se vuelve obsesivo no solo con la auto-observación, sino también con los alimentos que ingiere, detallando el estado, la cantidad y la composición de los mismos.
En el caso de los adolescentes, la hipocondría suele confundirse en el diagnóstico con otros desórdenes de corte psicológico, sin embargo, cuando está presente es producto de la preocupación que siente el joven por los cambios corporales que se experimentan durante la pubertad. Algunos adolescentes presentan dolores de cabeza, mareos continuos y otros síntomas que no tienen origen biológico, por tanto, solo pueden ser explicados con una evaluación psicológica.
Comúnmente, cuando un adolescente se siente insatisfecho con su propia imagen, manifiesta dolencias somáticas en su cuerpo, esto quiere decir que los pensamientos y las creencias de un joven determinan o condicionan las funciones biológicas del mismo, mientras estas preocupaciones o falsas creencias continúan acentuándose en la mente del adolescente, las dolencias van aumentando hasta ocasionar un problema de salud biológica real y/o mayor.
Una característica fundamental de la hipocondría en los adolescentes, es que ellos tienden a ocultar los síntomas al médico, generalmente por vergüenza, dado que sus sensaciones están vinculadas a la pubertad en la mayoría de los casos. Este es un escenario poco favorable porque puede conducir a la depresión, a la obsesión y a la compulsión, dado que el joven siente incomprensión y mayor ansiedad por el problema que enfrenta.
Por otra parte, existen muchos métodos para que los padres puedan prevenir este problema en sus hijos durante la niñez, el primero de ellos y el más básico es conocer de la enfermedad, tener información al respecto o haber investigado sobre ella. El ser humano no nace naturalmente con miedo a enfermarse, es la misma sociedad la que impone esas costumbres o ideas que desde niños nos vamos formando hasta hacerlas parte de nuestra creencia. Por otra parte, es natural que nos sintamos renuentes a contraer enfermedades, pero la hipocondría se caracteriza por la preocupación a niveles desproporcionados.
En segundo lugar, los padres pueden prever este problema en sus niños mientras conozcan sus conductas naturales y entiendan los mensajes que manifiestan sus cuerpos. Cuando un niño se cae y se golpea, los padres generalmente tienden a alarmarse y a volcar una excesiva atención en ellos, dándoles a entender que su cuerpo es muy frágil y que los cuidados deben ser rigurosos. Es precisamente con esa conducta que comienzan a formarse niños hipocondríacos. Ellos crecerán con esa idea hasta la adultez donde tendrán excesivo cuidado y temor por las irregularidades en su salud.
Normalmente, este problema se presenta en personas que tienen por naturaleza un temperamento o conducta muy ansiosa.
Como mencionamos anteriormente, la hipocondría se produce también como resultado de una depresión severa, por tanto, las ideas desaparecerán una vez que el individuo atraviese un tratamiento para su depresión. Sin embargo, en muchos casos es difícil identificar el origen del trastorno aunque en el caso de las personas de edad avanzada, este problema esté relacionado con el miedo a la muerte y a hacerse más viejo. Los especialistas aseguran que a medida que un individuo avanza en edad, está más expuesto a enfermedades y eso aumenta la depresión, el miedo y la ansiedad característica de la hipocondría. Aunado a esto, las personas de la tercera edad son mucho más rígidas en cuanto a los cuidados, por tanto, es difícil hacerles cambiar de opinión cuando se forman una idea de algo. También, los ancianos tienden a obsesionarse más por algunos temas, a sentirse solos y experimentan la pérdida de muchos seres queridos contemporáneos con él, situación que acentúa la depresión y el miedo a morir.
Con relación a este punto, es de agregar que la hipocondría en edades avanzadas, origina una desmejora en la calidad de vida del individuo mucho más alarmante que en otras edades, por tal motivo, es necesario iniciar un tratamiento psicológico que les ofrezca las herramientas necesarias para afrontar esa etapa de la vida y aprovechar los aspectos positivos que ofrece la misma.
A nivel familiar
Esta afección genera malestar en toda la familia, especialmente cuando los miembros de la misma son extremadamente sensibles y esto puede apreciarse mejor en las reuniones familiares, donde el individuo solo habla de la enfermedad o los síntomas que supuestamente padece. En el caso de los padres hipocondríacos, ellos se caracterizarán por la angustia que sentirán al ver que sus hijos manifiestan algún síntoma de enfermedad. Es así como en la familia va construyéndose una atmósfera negativa, catastrófica y de angustia frente a cualquier enfermedad o síntoma.
A nivel laboral
El hipocondríaco pasa mucho tiempo pensando en la enfermedad y evaluando sus propias funciones motoras, asistiendo a médicos o investigando al respecto. El tiempo que invierte en esas actividades, le impide cumplir con sus responsabilidades en el trabajo, además, el individuo tiende a decir continuamente que está enfermo y por ese motivo falta. Cuando la situación se vuelve incontrolable, es posible que dicha persona pierda su trabajo y aunado a su problema psicológico, comience a enfrentar problemas económicos.
A nivel individual
La hipocondría tiene como síntoma la ansiedad, pero la misma de forma exacerbada genera ataques de pánico a futuro. Luego, el individuo se convierte en un ser depresivo y con temor constante por enfermedades y la muerte, pierde el apetito, factor que junto a la depresión ocasionan una baja en las defensas y mayor posibilidad a contraer enfermedades. Disminuye la libido y pierden motivación para realizar actividades individuales y colectivas.
Firme convicción de padecer una enfermedad. A pesar de que el diagnóstico médico arroje resultados negativos, la persona está plenamente convencida de que se encuentra gravemente enferma.
Presencia de síntomas físicos. El sujeto experimenta una expresión sintomatológica, sin embargo, a través de la exploración médica no se halla ninguna afectación orgánica que justifique la existencia de los síntomas manifestados.
Preocupación persistente e intensa. Aunque el sujeto cuenta con la evaluación y el criterio médico apropiado, su inquietud y desasosiego se mantiene. El paciente no se siente conforme, ni confiado con el reaseguramiento médico.
Creencia “no” delirante. La convicción de padecer una enfermedad no alcanza un nivel de delirio, y, tampoco se limita a una preocupación basada en la apariencia corporal.
Desmejoramiento en el funcionamiento cotidiano. La angustia que experimenta el paciente es tal, que incide de forma negativa en las actividades sociales y laborales del mismo.
Duración. Se tiene establecido un mínimo de 24 semanas.
Adecuación. Antes de diagnosticar hipocondría, el experto habrá descartado otros trastornos aparentemente vinculados (Trastornos de: ansiedad, obsesivo – compulsivo, angustia, depresión, otros).
A pesar de la constante polémica acerca de los tratamientos psicológicos orientados a la hipocondría, la mayoría de psicólogos reconocen la importancia de la Terapia Cognitiva-Conductual en el mejoramiento de los pacientes con este trastorno. Hasta ahora, es la única intervención clínica que cuenta con estudios controlados y casos de investigación que acreditan su eficiencia.
Para iniciar, el especialista aplica una entrevista clínica a fin de conocer los antecedentes remotos, la naturaleza de la hipocondría, las conductas “problemas” y el grado de generalización de la enfermedad en la vida del afectado. De igual modo, indaga acerca de los procesos etiológicos, de los patrones cognitivos (creencias y conflictos internos), y de los posibles reforzadores responsables del mantenimiento del trastorno. Además, se administran pruebas psicológicas orientadas a medir miedos y actitudes hipocondríacas. Entre estos instrumentos se encuentran: La Escala de Actitudes ante la Enfermedad, el Inventario de Depresión, el Inventario de Ansiedad, o el Inventario de Preocupación.
Durante la terapia, el psicólogo introduce al paciente sobre el tema de la hipocondría. Es indispensable que el afectado comprenda cabalmente cómo la auto-observación obsesiva, la sobreatención a los síntomas, las verbalizaciones inadecuadas, y las interpretaciones sesgadas de la realidad generan creencias disfuncionales y contraproducentes que le perjudican. Una vez que se explica a profundidad la hipocondría, el terapeuta presenta la propuesta de tratamiento que es ampliamente discutida con el sujeto tratado. Evidentemente, la cantidad, la frecuencia, y la duración de las sesiones se ajustará en base a los requerimientos específicos de cada persona.
Usualmente, los psicólogos insisten en que el paciente lleve un autorregistro de sus actividades. Se trata de un instrumento escrito en el cual exponen detalladamente sus pensamientos, acciones y sentimientos. Dicho registro personal comprende los siguientes aspectos: Hora, lugar, situación, síntomas, individuos involucrados, respuestas de los individuos involucrados, entre otros. Cabe decir que, debido a la preocupación excesiva que experimentan los sujetos hipocondríacos, el especialista puede incluir o eliminar del autorregistro, el apartado referido a los “síntomas” que el afectado percibe, esto, con la finalidad de evitar sobreatención en los mismos. Esta herramienta permitirá al experto identificar patrones cognitivos –conductuales, y descubrir variables determinantes que influyen en la enfermedad.
De igual modo, se aplicarán gradualmente autoprohibiciones con la finalidad de modificar ciertos comportamientos que repercuten en el mantenimiento de la hipocondría. En este sentido, el experto y el afectado llegan a un acuerdo acerca de una serie de restricciones conductuales significativas que implementan en función de los avances logrados. Entre los comportamientos vedados se encuentran: Auto – inspecciones excesivas, hablar de forma obsesiva acerca de la aparente enfermedad, acudir a consultas hospitalarias innecesarias, repetir exploraciones y exámenes clínicos, buscar textos médicos especializados, reunirse con personas que han padecido un cuadro sintomatológico similar.
De acuerdo a las particularidades del caso hipocondríaco se puede profundizar aplicando las siguientes técnicas:
Reestructuración Cognitiva
Es una estrategia psicológica orientada a la modificación de creencias o supuestos disfuncionales que afectan la calidad de vida del paciente hipocondríaco. En esta técnica las cogniciones y los pensamientos son considerados como hipótesis, de modo que, es tarea del psicólogo ayudar a la persona tratada a identificar y cuestionar la naturaleza de dichas hipótesis, evaluando si son desadaptativas, apropiadas o útiles. En este sentido, se adiestra al paciente para que sustituya los pensamientos disfuncionales por cogniciones más pertinentes, a fin de instaurar creencias más realistas acerca de su estado de salud.
Debido a que el sujeto hipocondríaco desarrolla esquemas cognitivos inapropiados, es decir, genera falsos supuestos y creencias acerca del padecimiento de una enfermedad, el especialista deberá trabajar en base al proceso cognitivo del afectado, evaluando cómo razona e interpreta la información que recibe. En muchos casos de hipocondría, las personas han crecido en compañía de familiares o amigos con padecimientos graves, esta situación (cercanía e interacción con enfermos) puede conllevar a un aprendizaje imitativo. Por ejemplo, un joven cuyo padre presenta un malestar físico fuerte y fallece abruptamente a los 35 años de edad, (sin mayores antecedentes clínicos), puede desarrollar la creencia de que cualquier individuo que presente una dolencia significativa inevitablemente morirá de forma súbita. De este modo, cuando el joven experimente un episodio doloroso e inesperado, puede empezar a tener ideas irracionales sobre su bienestar físico, asumiendo e interpretando erróneamente las sensaciones que manifiesta su organismo. De allí que, durante la terapia se identifican las cogniciones conscientes e inconscientes relacionadas a la hipocondría, y, se evalúa la influencia y las posibles repercusiones del entorno familiar y social. La intención es que el experto guíe al paciente en la detección y el reconocimiento de las ideas disfuncionales y catastrofistas propias de esta enfermedad.
Es importante que el paciente comprenda cómo su percepción (forma de apreciar) e interpretación de las circunstancias y la sintomatología inciden en la valoración incorrecta que realiza de su condición de salud. Seguidamente, el psicólogo procederá a refutar y desestimar las hipótesis inapropiadas, al tiempo en que exhorta al afectado a comprobar verbal y conductualmente la validez y pertinencia de las mismas. Para lograr la reestructuración cognitiva el sujeto debe necesariamente evidenciar por sí mismo la naturaleza y las consecuencias de sus hipótesis. La idea es dejar atrás cogniciones desajustadas y contraproducentes, para dar paso a creencias racionales y apropiadas.
Técnica de exposición gradual en vivo
Debido a que el paciente hipocondríaco experimenta una preocupación exacerbada por padecer enfermedades graves, se recomienda realizar una exposición efímera y gradual ante aquellos estímulos ansiógenos que le afectan. De este modo, el especialista establecerá una serie de actividades (en orden jerárquico) orientadas a cambiar tanto los esquemas cognitivos, como conductuales del sujeto tratado. Entre las actividades de exposición gradual para este trastorno se encuentran: Leer algunas esquelas mortuorias relacionadas a la “presunta” enfermedad del paciente, compartir relatos de enfermedades o de muertes, visitar cementerios. Es de resaltar que, la persona siempre tiene la opción de culminar la exposición en vivo, en caso de sentirse profundamente incómoda o amenazada.
Lo que busca el psicólogo es que, a partir de repetidas exposiciones a los factores desencadenantes del trastorno el sujeto deje de experimentar sensaciones negativas, y empiece a ganar control personal. Según los hallazgos científicos, las técnicas de exposición gradual en vivo resultan de gran importancia en el tratamiento de la hipocondría ya que generan información nueva y útil acerca de la circunstancia, objeto o síntoma que produce preocupación en el afectado. Esta información adquirida mediante la experiencia en “vivo” ayudará a superar las inquietudes e intranquilidades del sujeto hipocondríaco.
Técnica de inundación imaginaria
Cuando se aplica esta técnica es importante que la persona tratada tenga facilidad para imaginar escenas de forma clara y vívida. Lo ideal es que el paciente logre representarse en una imagen adecuada y realista que permita llevar a cabo el procedimiento. Para iniciar, el terapeuta le solicita al paciente que deje la mente en blanco y que respire de forma pausada, profunda y rítmica. Seguidamente, empieza a describir circunstancias y condiciones específicas relacionadas a la hipocondría del sujeto y le pide que haga uso de su imaginación. Al respecto, es de esencial importancia que la persona se implique verdaderamente con la escena descrita, de ello dependerá el éxito del tratamiento. Una vez que el paciente comunica al psicólogo que ha conseguido establecerse en la escena y que empieza a experimentar preocupaciones y malestares, el terapeuta lo exhortará a utilizar técnicas de relajación para confrontar la situación. Tras un lapso de tiempo, se profundizará tanto en el contenido, como en el nivel de factores estimulantes que aquejan a la persona. Finalmente, en cada sesión se establecerá el grado de ansiedad y de preocupación evocado. Lo que se pretende con esta estrategia psicológica es que el paciente hipocondríaco tenga la capacidad de identificar y dominar sus sensaciones poniendo en práctica la relajación. La inundación imaginaria es ampliamente recomendada para recrear situaciones complejas, traumáticas o difíciles.
Entrenamiento para el análisis y la resolución de conflictos
Debido a que la hipocondría puede afectar diferentes áreas de la vida del paciente, es posible que durante la terapia también se capacite al sujeto en la resolución de conflictos. Esta estrategia implica dos aspectos fundamentales: la percepción del problema, y las habilidades de solución.
En cuanto a la percepción del problema, el especialista enseñará al paciente a definir de forma operacional y objetiva la situación conflictiva, en otras palabras, a evaluar desde la imparcialidad las complicaciones que enfrenta. Como las personas hipocondríacas padecen de preocupaciones excesivas es bastante probable que tengan dificultades para establecer objetivos claros cuando deben lidiar con problemáticas. De allí que, se entrene al paciente para que identifique y corrija las reacciones inadecuadas que le impiden analizar y superar los conflictos.
Una vez que el paciente hipocondríaco tiene una orientación clara hacia el problema que enfrenta, es necesario trabajar en sus habilidades de solución. De esta manera, el especialista instruye al sujeto para que genere diferentes propuestas y soluciones, las evalué, y las contraste hasta que tome una decisión razonada y justificada. Para finalizar, se exhorta al individuo a ejecutar la medida tomada y a verificar las consecuencias de la misma.
Técnicas de Distracción
En el marco de terapia cognitiva-conductual para la persona hipocondríaca, el especialista sugerirá algunas técnicas a fin de reconducir las preocupaciones y los pensamientos negativos que padece el enfermo. Teniendo en consideración la naturaleza del trastorno, se recomienda emplear la técnica de externalización, la cual consiste en desviar la atención y el interés de las sensaciones que experimenta el organismo, a factores externos que se encuentran próximos. La idea es que el paciente deje de concentrarse en las reacciones y sobresaltos que manifiesta su cuerpo, y desplace su atención a actividades neutras o positivas. A continuación, algunas ideas fáciles de ejecutar:
Observar minuciosamente el ambiente. Se sugiere que el individuo dirija su atención a su entorno, puede que aprecie el paisaje en general, o que prefiera centrarse en un objeto específico, lo importante es que el paciente hipocondríaco evite pensar sobre el trastorno.
Escuchar con atención. En este caso la persona debe enfocarse en los sonidos más inmediatos. El objetivo es concentrarse en algún ruido específico o en una conversación ocasional. Es de resaltar que la conciencia acústica tiene una especial relevancia para despertar y mantener el interés.
Ejercicios Intelectuales. El individuo puede realizar operaciones analíticas y matemáticas (cálculos, cuentas), recitar versos y poemas (fragmentos de obras literarias), e incluso tararear canciones de forma mental. Una práctica importante es hacer uso de autoafirmaciones o diálogos internos que contribuyan a relajar al paciente. En este caso, el especialista puede ayudar a crear un listado de frases pertinentes y positivas orientadas a superar la hipocondría.
Apreciar texturas. Las sensaciones táctiles se vinculan al sistema psicoemocional de los sujetos. Cuando alguien roza una materia experimenta la calidad de la superficie, explorando profundamente las cualidades de la misma. Por tanto, al procesar información táctil el paciente hipocondríaco podrá reconducir sus pensamientos negativos.
Disfrutar de sabores. También se recomienda utilizar el sentido del gusto. Los sabores que experimenta la lengua (dulce, salado, amargo, ácido) pueden ayudar a redirigir la atención del tratado.
Además, se sugiere que el paciente hipocondríaco aumente la realización de actividades agradables y entretenidas. No se trata necesariamente de actividades fuera de la común, lo importante es que estas acciones distraigan al paciente. En este sentido, la persona puede: salir con la pareja, leer un libro, conversar, trotar, dibujar, hacer jardinería, usar la computadora, relacionarse con otros individuos, escuchar música, entre otros. Es esencial que el sujeto tenga un equilibrio entre sus responsabilidades, y su tiempo de recreación.
Tratamiento Farmacológico
Diversos estudios sugieren que la fluoxetina, la amitriptilina, la olanzapina, la paroxetina tienen una cierta eficacia en el tratamiento de la hipocondría. En líneas generales, se recomienda que la intervención farmacológica esté combinada con la terapia psicológica.