Muchas personas manifiestan tener problemas con la lectura. Es muy probable que estas personas padezcan de dislexia, una de las dificultades específicas del aprendizaje que afecta la parte del cerebro encargada de la comprensión de textos escritos, aunque también suele afectar también la escritura y, en menor medida, el habla. En este sentido, una persona no puede ser considerada disléxica si presenta algún tipo de retraso mental, discapacidades físicas o psíquicas, o personas que no han sido escolarizadas.
Es importante aclarar que la dislexia no es una señal de poca inteligencia o falta de motivación para aprender a leer. Este trastorno del aprendizaje impide el trabajo conjunto entre las áreas cerebrales encargadas de procesar la información visual y la encargada de los procesos del lenguaje, por lo que el individuo presenta serias dificultades para distinguir el orden de las letras en las palabras al momento de leerlas o escribirlas, aun cuando sepa deletrearlas perfectamente. Es posible también que tienda a confundir las letras que tengan formas similares, como la “b” y la “d”, o la “m” y la “n”, e inclusive de similitud fonética, como la “g” y la “j”.
Este trastorno puede ser detectado alrededor de los ocho años de edad y puede llegar a afectar hasta el 10 % de los niños que están aprendiendo a leer en un sistema de educación formal, siendo más común en los hombres que en las mujeres. Constituye además una condición que se mantendrá de por vida, motivo por el cual su detección temprana cobra una mayor importancia, para poder así aplicar estrategias de enseñanza que le permitan al individuo desenvolverse de manera normal, especialmente porque no todos los niños disléxicos presentan las mismas dificultades; por lo general los disléxicos tienen altos índices de creatividad y son muchas las personas que llegan a tener éxito en el ámbito personal y profesional, cuando se les hace el seguimiento adecuado.
Por otra parte, es muy común que la dislexia genere en los niños problemas adicionales como frustración y baja autoestima, además de que favorecen el desarrollo de problemas para relacionarse con los compañeros de clases por esa misma causa. Las dificultades para realizar las tareas escolares derivan en pérdida de motivación para asistir a la escuela. Las estrategias de aprendizaje que se aplican a los niños con dislexia les permitirán mejorar su rendimiento escolar y aumentar su autoestima.
Existen dos tipos de origen de la dislexia fácilmente diferenciables entre sí, dependiendo de la forma de manifestación de los síntomas:
1. Dislexia evolutiva: Este tipo se manifiesta a través de dificultades en la lectura, como inversión u omisión de letras en las palabras, que aparecen en aquellos niños que están comenzando sus procesos de aprendizaje, pero estos síntomas van evolucionando positiva o negativamente en función de las estrategias que sean aplicadas para solucionar el problema. También se conoce como dislexia del desarrollo.
2. Dislexia adquirida: Se manifiesta a causa de lesiones ocurridas en las áreas cerebrales encargadas de procesar el lenguaje, y que afectan los procesos de lectoescritura. Suele revelarse en individuos que ya han alcanzado cierto nivel de lectura normal, y repentinamente pierden dichas habilidades.
Sea cual sea su origen, no es posible determinar a ciencia cierta cuáles son las causas propias de esta dificultad del aprendizaje. La teoría de un factor genético es la más aceptada pero aún no comprobada en el campo médico que se encarga de estudiar el cerebro. Sin embargo, puede hablarse de cuatro causas que contribuyen al desarrollo de la dislexia: causas neurológicas (pequeñas distorsiones que afectan las funciones cerebrales), causas emotivas (trastornos emocionales y presiones del entorno que dificultan el aprendizaje), causas asociativas (dificultad para asociar las palabras con sus sonidos o significados, provocadas por una baja actividad cerebral), y causas metodológicas (debido a la incorrecta aplicación de las estrategias de enseñanzas).
También es posible diferenciar otros tres tipos de dislexia en función de los síntomas que presente el individuo afectado, y las dificultades específicas que este haya desarrollado en la lectoescritura:
Dislexia fonológica o indirecta: Se presenta cuando ocurren errores al momento de comprender la lectura debido a la observación de las palabras a nivel global, lo cual implica la imposibilidad de reconocer a simple vista las palabras largas o de uso poco frecuente por la persona, así como el intercambio u omisión de letras en palabras más conocidas, que derivan en abundantes errores visuales.
Dislexia superficial: Es la más habitual en los niños, ya que permite reconocer las palabras mediante el sonido que generan al leerlas sílaba a sílaba, por lo cual el problema se presenta cuando la lectura y la pronunciación no se corresponde, imposibilitando la comprensión. Este tipo de dislexia afecta especialmente la lectura del inglés, idioma en el que generalmente la pronunciación de las palabras no se corresponde con la forma de escribirlas.
Dislexia profunda o mixta: Se manifiesta únicamente en casos de dislexia evolutiva y en ella se presentan complicaciones tanto para el reconocimiento visual como auditivo de las palabras. Por este motivo, se hace altamente difícil la comprensión de los significados y de palabras abstractas, y además de vuelven muy comunes los errores visuales y semánticos entre palabras relacionadas entre sí, como “buenas” y “noches”.
En general, los síntomas más comunes y globales para descubrir la dislexia, en cualquiera de sus manifestaciones, y además realizar una primera detección de este trastorno antes de acudir a un psicólogo especialista para su diagnóstico, comprenden dificultades considerables para:
Aún cuando un niño presente uno o varios de estos síntomas, no es posible diagnosticar la dislexia sin que antes un médico descarte otros problemas de salud que puedan estar causando estas dificultades, como lo son una visión o audición defectuosa, trastornos emocionales u otras lesiones cerebrales. Cuando se tenga la certeza de que los síntomas no tengan otras causas, entonces se puede proceder a procedimientos aplicados por especialistas de la psicología o la logopedia que puedan realizar un diagnóstico definitivo de la dislexia. Algunos de los exámenes pueden ser el Test de Frostig (estudio para evaluar la coordinación entre la visión y las capacidades motoras), test de análisis de lectura o escritura (para determinar qué mecanismos de la lectura y escritura no están funcionando correctamente), y el test de comprensión lectora (para evaluar con qué nivel un niño logra comprender un texto).
Una vez hecho el diagnóstico de la dislexia, se debe comenzar a actuar en favor de que los individuos aprendan las técnicas que necesitan para convivir con la condición. Es importante recordar que la dislexia es un trastorno crónico y, aunque en la mayoría de los casos es detectado en los niños, cuando se es adulto continúan apareciendo las dificultades.
Los niños, especialmente, requieren del apoyo de padres y maestros que les impulsen a considerar que su problema no representa un motivo para sentirse menospreciados. En casa se pueden crear espacios cómodos y atractivos orientados a ser lugares ideales para leer, y en la escuela se pueden diseñar estrategias de enseñanza especializadas, así como exámenes que son adaptados para ser resueltos por aquellos estudiantes con dislexia, como por ejemplo pruebas orales en lugar de escritas.
Por lo general, los disléxicos logran desarrollar otras habilidades para compensar la incapacidad de leer de forma normal. Sin embargo, se puede recurrir a herramientas que puedan facilitarles la vida, como por ejemplo la utilización de audiolibros y aplicaciones para la computadora o smartphones especialmente diseñados para niños y adultos con problemas de lectura y escritura. El acompañamiento es imprescindible; todo el apoyo prestado motivará en gran medida a los disléxicos a conseguir las metas deseadas, lo cual aumentará tanto el rendimiento escolar y profesional, así como la autoestima.
Psicólogos de Bogotá expertos en dislexia