Cada nacimiento es una experiencia única. La llegada de un bebé suele ser uno de los acontecimientos más anhelados en la vida de las parejas. No obstante, también resulta una etapa retadora, exigente e intimidante especialmente para quienes se inician en la maternidad. Y es que los cambios biológicos, químicos y psicosociales que enfrenta la mujer al dar a luz pueden afectar severamente su salud, generando trastornos psicológicos, tales como la Depresión post parto, e incluso la psicosis post parto.
¿Qué se entiende por Depresión Post Parto (DPP)?
Se considera una patología aguda que produce alteraciones conductuales, emocionales y cognitivas en la vida de la madre. Dicha depresión precisa de atención médica inmediata ya que puede incidir en el desarrollo neurocognitivo del recién nacido y afectar profundamente la relación díada mamá-hijo. Por lo general, aparece entre cuatro o seis semanas después del alumbramiento. No obstante, pudiera presentarse 24 semanas más tarde. Con relación a la duración, se estima un promedio de siete u ocho meses, pero en algunos casos puede convertirse en una enfermedad crónica.
De acuerdo a diferentes estudios, de cada diez mujeres, una se deprime severamente después de dar a luz. Como consecuencia de este trastorno, la madre se siente incapaz de atender y de responsabilizarse de su hijo. La afectada experimenta profundas preocupaciones sobre la crianza y el futuro. En esta condición la paciente se siente incomprendida, incompetente, temerosa e incluso puede tener ciertos delirios y deseos de suicidarse o de lastimar al bebé. La Depresión post parto no debe tomarse a la ligera. Los drásticos cambios que experimenta la nueva madre no sólo afectan el vínculo con el lactante, también repercuten notablemente sobre la vida marital. Es importante resaltar que, de no atenderse de forma oportuna esta enfermedad puede perjudicar a todos los miembros de la familia.
Ahora bien, ¿Por qué el puerperio se puede considerar como una etapa riesgosa? Durante este período en especial la mujer experimenta un profundo reajuste de su vida. En este sentido, una madre debe lidiar y adaptarse a nuevas realidades que van desde lo biológico hasta el campo interpersonal. Entre los procesos propios de esta fase se puede mencionar: alteraciones hormonales, variaciones físicas, el aprendizaje y la experiencia de la lactancia, la adaptación como figura materna, el cambio en la vida de pareja, entre otros. De este modo, la llegada de un nuevo miembro a la familia, aunque sea un acto maravilloso y trascendental, significa importantes transformaciones que inquietan especialmente a las madres.
Contrariamente de lo que sucede con otros trastornos depresivos que puede experimentar una mujer en cualquier momento de su vida, la depresión post parto causa el doble de efectos negativos, debido a que incide de forma dañina tanto en la vida de la progenitora como en el bienestar del recién nacido, quien depende enteramente de la capacidad y la disposición de la agobiada mamá.
Al respecto, una madre deprimida no puede desenvolverse con normalidad y mucho menos asumir plenamente el cuidado de su bebé. En ocasiones, la mujer abatida tiende a aislarse y a ser hostil con su hijo. En este sentido, el recién nacido puede verse profundamente afectado. La discapacidad de su progenitora puede incidir en la alimentación (problemas de lactancia/ mala nutrición), en alteraciones psicomotoras, y en negligencia en cuanto a la atención primaria del niño.
Pese a la gran cantidad de estudios que se han desarrollado en el área todavía se desconoce la causa exacta de este trastorno. Hasta ahora, los principales factores de riesgo identificados se relacionan a la disposición biológica de la paciente y a los factores psicosociales.
Con relación a los factores biológicos, se ha manifestado que existe un cambio considerable en las hormonas reproductivas de la mujer. Es así como el descenso de las hormonas gonadales y las variaciones tiroideas después del alumbramiento pueden incidir en los estados anímicos de las madres.
En cuanto los factores psicosociales, existen un conjunto de condiciones desfavorables que pueden afectar el bienestar de la paciente, tales como: antecedentes familiares depresivos, un embarazo no deseado, falta de programación de la maternidad, un parto prematuro, insuficiente apoyo de familiares y allegados, circunstancias estresantes durante el embarazo o después del parto, edad temprana de la progenitora, relación problemática de pareja, rupturas amorosas, muerte de un ser querido, pérdida del trabajo, problemas financieros, baja autoestima, complicaciones obstétricas, abuso de substancias, tener un recién nacido irritable, entre otros.
Es importante comprender que este trastorno presenta una sintomatología bastante similar a los episodios graves de depresión. Sin embargo, en la DPP la modificación del patrón de sueño y de la alimentación, así como el cansancio y la disminución del deseo sexual se consideran como signos normales de esta fase que atraviesa la mujer, es decir, dichas manifestaciones no se perciben como señales de alerta depresiva puerperal.
Ahora bien, las madres que padecen este trastorno normalmente presentan los siguientes síntomas:
Tristeza duradera: Esta es una de las manifestaciones más recurrentes. La madre llora constantemente sin justificación alguna. Sintiéndose desolada, abatida y desesperanzada.
Irritabilidad frecuente: La paciente tiene predisposición a impacientarse o sulfurarse. Debido a la falta de control sobre las nuevas circunstancias, la mamá se muestra agitada ante cualquier clase de estímulo (la afectada no auto-regula sus reacciones).
Culpa excesiva: La mujer se siente que ha fallado en su rol como madre y se responsabiliza por el episodio desfavorable que enfrenta la familia.
Ansiedad: La paciente experimenta extrema inseguridad con relación al proceso de crianza y el futuro del bebé. El miedo prácticamente incapacita a la madre, quien teme no estar apta para el cuidado de su hijo.
Insomnio: Más allá de las alteraciones del sueño regulares en la crianza de un niño, la afectada enfrenta dificultades para dormir de forma natural y relajada.
Disminución en las relaciones sexuales: La madre tiende a rechazar cualquier aproximación sexual, lo que puede ocasionar desavenencias en la pareja.
Pérdida de energía: La mamá deprimida se siente exhausta y agotada, puede que experimente una descompensación debido a todos los cambios que afronta su organismo. De igual modo, le cuesta adaptarse a las nuevas rutinas.
Pensamientos de muerte o de suicidio: En ocasiones, la paciente tendrá sentimientos negativos hacia su hijo. Probablemente la madre idee formas de cómo lastimar al bebé. Cabe explicar que estos pensamientos prácticamente nunca se ejecutan. Sin embargo, la mujer que los experimente debe acudir a un especialista de inmediato.
Es de agregar que, el cuestionario denominado Escala de Depresión Post parto de Edimburgo (EDPS) resulta una eficaz herramienta para el diagnóstico de esta enfermedad. Dicho instrumento está conformado por una serie de sencillas y directas preguntas que permitirán identificar sí efectivamente la persona padece este trastorno. Es importante acotar que está disponible en línea y es totalmente gratuito.
Otros tipos de Depresión post parto: ‘Blues post parto’ y ‘Psicosis puerperal’
La ‘Tristeza post parto’, ‘Blues post parto’, o comúnmente llamada ‘Baby Blues’, es una fase puerperal que se caracteriza por la alteración de los estados anímicos de la madre debido a las variaciones hormonales y psicológicas que atraviesa. De allí, que la paciente se sienta decaída, ansiosa, triste, irritable, sufra de cefalea, entre otros. Dicha sintomatología se presenta únicamente durante los primeros días después del alumbramiento y es completamente pasajera. Es importante resaltar que, normalmente, este cuadro cede de forma natural, sin necesidad de un tratamiento médico o psicológico. En líneas generales, se considera como una etapa normal y se vincula directamente al impacto del nacimiento. Se recomienda instruir tanto a la pareja como a los familiares sobre esta condición para que contribuyan y apoyen a la afectada.
En cuanto a la ‘Psicosis post parto’, se considera el cuadro clínico más severo e inusual. Su promedio de ocurrencia es de uno o dos casos por cada mil partos atendidos. Este trastorno se caracteriza por una depresión grave, marcada por la existencia de síntomas psicóticos (delirios, alucinaciones, comportamientos inusuales). Por lo general, aparece durante las primeras dos o cuatro semanas post parto.
Debido al alcance psicótico de este trastorno, las madres pueden resultar una amenaza para sus propios hijos. En algunos casos, serán negligentes en sus cuidados, pero en ocasiones las alucinaciones pueden poner en riesgo la vida del infante. De acuerdo a los especialistas este cuadro depresivo requiere de una hospitalización inmediata ya que es considerado una emergencia psiquiátrica.
Una vez diagnosticada correctamente esta patología se plantea la necesidad de ofrecer atención médica inmediata. En este sentido, la lactancia materna resulta uno de los temas más debatidos entre el experto y los cónyuges. Evidentemente si se considera suministrar un tratamiento farmacológico, la lactancia será suprimida, es por ello que, en la mayoría de los casos se opta por tratamientos psicológicos (terapia).
Actualmente la psicoeducación resulta una de las opciones más eficientes, la cual consiste en educar y concienciar a la madre en cuanto a su enfermedad (trastorno, familia, autocuidado y tratamiento). De este modo, el experto le enseña a la paciente todo lo que necesita conocer acerca de la naturaleza, los alcances, las características y las consecuencias de la Depresión post parto. Dicha herramienta contribuye a que la madre aprenda sobre sí misma, proporcionándole el conocimiento y las habilidades que necesita. Es importante indicar que se trabaja desde un enfoque desculpabilizador, resaltando el carácter transitorio y superable de la enfermedad. En algunas oportunidades es recomendable que la afectada asista con su pareja a las reuniones.
Otro tratamiento importante es la psicoterapia, hasta ahora es una de las alternativas más empleadas por las madres que desean continuar la lactancia. Esta terapia les enseña a las pacientes a identificar sus pensamientos erróneos o inadecuados, y a modificarlos por puntos de vistas más realistas y saludables. En este caso se trabaja con la psicoterapia interpersonal, la cual se orienta fundamentalmente a solventar situaciones problemáticas tales como: la relación de la madre con el recién nacido, la relación entre los cónyuges, el proceso de adaptación de la figura materna, y en ocasiones la reincorporación laboral.
También se recomiendan las terapias de grupo o los grupos de apoyo, ya que ambas experiencias contribuyen a romper el aislamiento y la inercia de algunas madres deprimidas. Es de acotar que, la interacción de estos métodos grupales resulta ventajosa y dinámica. Además, son opciones accesibles y económicas.
En líneas generales, la madre debe sincerarse y pedir colaboración de su cónyuge, familia y allegados. Incluso, en los casos de depresión leve lo ideal es que la mamá y el niño tengan compañía permanentemente; así también se sugiere que la mujer refuerce sus habilidades de comunicación.
Finalmente, cabe precisar que a las pacientes les resulta beneficioso compartir con otras madres sus experiencias de embarazo, alumbramiento y crianza; no se trata de ser una mamá perfecta, se trata de preservar el bienestar de la familia.
Psicólogos de Bogotá expertos en depresión postparto