Los desórdenes de la personalidad resultan cada vez más comunes y alarmantes. Hasta el momento, se tiene previsto que, entre 9% y 14% de la población mundial padece o padecerá de una patología de este tipo durante su vida. En este sentido, cabe indicar que el trastorno borderline se ha convertido en un síndrome frecuente y creciente en la sociedad contemporánea. Niños, jóvenes y adultos se enfrentan ante esta compleja y grave enfermedad que les perjudica e invalida.
A diferencia de otros trastornos, la condición fronteriza produce un deterioro significativo de las funciones mentales incidiendo tanto en la vida del enfermo, como en el entorno familiar. Es de acotar que, el Trastorno Límite de la Personalidad se relaciona a rasgos psicopatológicos agudos e implica considerables riesgos para el futuro de los pacientes.
En cuanto a la distribución de los sexos, se ha demostrado que dicha condición prevalece en las mujeres. Para finalizar, se puede afirmar que los casos borderline constituyen hoy por hoy, una de las grandes problemáticas de la salud mundial.
¿En qué consiste el Trastorno Límite de la Personalidad?
Es un síndrome complejo que se caracteriza por la carencia de estabilidad emocional, el deterioro de la imagen propia, la alteración de la afectividad y el desarrollo de tendencias impulsivas e iracundas injustificadas. De acuerdo a los modelos psicoanalíticos, el Trastorno Límite de la Personalidad tiene un inicio temprano en la vida del afectado, es decir, el sujeto borderline conserva estructuras cognitivas generadas durante su infancia.
Es importante explicar que las personas fronterizas tienen un concepto de la identidad personal inconsistente y extremadamente sensible. Por ello, ante la presencia de factores estresantes su concepción de self (de sí mismo) se ve fácilmente fracturada generando cambios intensos en sus emociones, y sentimientos profundos de vacío. Otra importante consecuencia de este padecimiento es la disregulación cognitiva, la cual condiciona el pensamiento a un limitado procesamiento dicotómico (Términos extremos, tales como: todo o nada, si o no, blanco o negro).
De este modo, se puede afirmar que los sujetos borderline son especialmente vulnerables. Se trata de individuos que padecen de una especie de caos emocional que incide notablemente en la forma en que llevan la vida. De esta manera, los afectados tienen gran dificultad para desarrollar con normalidad los quehaceres cotidianos, es decir, tienen problemas para concentrarse, cambian frecuentemente de metas y aspiraciones, generan relaciones personales confusas e inestables, son inconstantes en los empleos, y, usualmente tienden a lastimarse de forma deliberada. Se puede afirmar que quien sufre esta enfermedad, se siente incompleto, abandonado, e incomprendido. Normalmente el paciente no entiende lo que le ocurre, o las sensaciones que experimenta.
Las personas fronterizas por lo general poseen un considerable historial clínico debido al desarrollo de episodios violentos, a comportamientos autodestructivos, el consumo de sustancias tóxicas, entre otros. Conviene señalar que más de un 50% de los pacientes presentan conductas autolesivas, y la tasa suicida se encuentra entre un 9% y 11% en adultos contemporáneos (menores de 30 años de edad).
Los sujetos diagnosticados con Trastorno Límite de la Personalidad pueden mejorar con un tratamiento psicoterapéutico y farmacológico adecuado. Si bien es cierto que la condición fronteriza resulta difícil de canalizar, se ha comprobado que los procedimientos y métodos clínicos pueden redirigir o modificar los comportamientos desadaptativos del paciente. En otras palabras, el individuo puede desaprender y reemplazar los pensamientos y las conductas inadecuadas por alternativas constructivas.
1. Las personas que padecen este trastorno presentan intensas e inestables reacciones emocionales. Suelen ser impulsivos, arrebatados e impredecibles. Usualmente, viven crisis súbitas y espontáneas ante los más diversos estímulos.
2. Otro rasgo resaltante es la variabilidad del humor. El afectado puede cambiar de forma abrupta e inesperada su condición, es decir, puede pasar de un estado depresivo a uno violento en cuestión de instantes.
3. El trastorno borderline también afecta la imagen personal. En otras palabras, el paciente tiende a valorarse de forma negativa e impropia. Dichos individuos se perciben de manera inconsistente, por lo general tienen pensamientos contradictorios y peyorativos acerca de su identidad. Es importante explicar que debido a la inseguridad y fluctuación que el sujeto siente sobre sí mismo, es común que experimente profundas sensaciones de vacío. Sus vínculos por lo general son anaclíticos, más no recíprocos.
4. También sufren de ansiedad y de miedos casi delirantes ante la idea de separación o de abandono. Su comportamiento interpersonal suele ser extremadamente dependiente, a tal punto, que suelen realizar esfuerzos titánicos e injustificados para evitar el posible alejamiento de una relación de su interés. Y es que no toleran el sentimiento de soledad.
5. Tienden a sentirse confundidos acerca de sus prioridades y propósitos, así como de sus sentimientos consigo mismo y sus allegados, e incluso, dudan sobre su orientación y prácticas sexuales.
6. Los sujetos borderline entablan relaciones poco estables y fuera de control. Normalmente se manejan de forma extremista entre la idealización y la desvalorización. En este sentido, pueden pasar de exaltar y alabar a otro individuo, a desmeritarlo por completo.
7. Usualmente tienen conductas excesivas, entre las que se puede mencionar: atracones de comida, despilfarro de dinero, relaciones sexuales desproporcionadas.
8. Otra importante característica, es que los pacientes se comportan erráticamente. Si bien es cierto que los afectados pueden manejar exitosamente algunas áreas de su vida, también es verdadero que los enfermos con este trastorno desarrollan profundos conflictos en otras, impidiéndole que vivan con normalidad.
9. Es probable que los sujetos bordeline tengan comportamientos autocastigadores, autolesivos y autodestructivos. Muchos pacientes suelen exponerse intencionalmente a riñas, pueden presentar conductas de automutilación, e intentos suicidas.
10. Así también los pacientes pueden desarrollar episodios con rasgos psicóticos.
11. Tienden a pensar de forma dicotómica (Si - No). De esta manera, emplean rangos excluyentes en los que se acepta todo o nada. Tal distorsión cognitiva, hace que el sujeto se maneje entre extremos (positivo- negativo, bueno-malo), lo que incide en la polarización de sus emociones.
12. Este trastorno incide en: la afectividad, los impulsos, la percepción, la excitabilidad, las interacciones sociales, el desmejoramiento del rendimiento laboral.
13. Los sujetos borderline también presentan problemáticas como: ataques de pánico, depresión mayor, trastornos somatomorfos, desorden bipolar, trastorno de ansiedad, trastornos esquizoafectivos, trastorno obsesivo compulsivo, entre otros.
En definitiva, los individuos con trastorno límite de la personalidad tienen conductas paradójicas, pues aunque necesitan atención, amor, y amistad se comportan de forma impredecible y manipuladora, lo cual genera evasión y rechazo por parte de sus allegados.
Variables clínicas:
1. Paciente dependiente: Usualmente son individuos desesperados que padecen de estados depresivos. Su imagen propia se encuentra tan afectada que se perciben sin ningún valor, y de allí justifican el abandono que pueden experimentar.
2. Paciente histriónico: También son conocidos como inválidos sociales. Sus conductas están orientadas a llamar la atención y a lograr la aprobación social. Sienten una imperiosa necesidad de ‘encajar’ y en ocasiones se presentan con una sociabilidad irracional, desproporcionada.
3. Paciente pasivo agresivo: Entre los sujetos borderline existen tendencias pasivas y agresivas. En otras palabras, aunque los individuos atraviesen depresiones profundas, crisis complejas y sentimientos ambivalentes, es muy probable que disfruten de largos períodos de tranquilidad y estabilidad emocional.
De acuerdo a los hallazgos científicos las causas de este desorden mental son complejas e indefinidas. Sin embargo, existen algunos factores o elementos de riesgo, tales como: la predisposición genética; los constituyentes biológicos, los factores psicosociales que inciden en la etiología.
Hasta el momento se sugiere que este trastorno se genera en el marco de una relación de apego inseguro. En este sentido, la condición fronteriza se considera la consecuencia de la sensación de abandono por parte de la figura materna, cuando el paciente buscaba individuarse. Entonces, como el individuo no logra progresar plenamente durante esta fase de separación se genera una creciente necesidad de defensa debido a los fuertes sentimientos de abandono, lo cual incide en el desarrollo de la persona y en la formación de este desorden mental.
Así también se han descubierto fuertes indicios de heredabilidad o de influencia genética. Según las investigaciones, la inestabilidad emocional y las reacciones impulsivas, factores comunes e intensos en estos casos, se pueden considerar hereditarios ya que dichas características se han encontrado en el entorno familiar del individuo con el trastorno límite de la personalidad.
En cuanto a la constitución biológica, se ha determinado que estos pacientes padecen una importante alteración de los neurotrasmisores relacionados al control de las reacciones impulsivas, la agresividad, e incluso, la afectividad del sujeto. Resulta importante explicar que, la disminución del neurotrasmisor de la seretonina en el cerebro influye en la capacidad de regular los impulsos autolesivos, e incluso autodestructivos de los casos fronterizos. Al respecto, se ha probado que existe una vinculación inversamente proporcional entre la seretonina y la agresión.
De igual modo, los estudios sugieren que los afectados con la condición borderline pueden sufrir de una disfunción en ciertas áreas cerebrales, tales como: la amígdala y el hipocampo que ejercen funciones claves en el autocontrol, la concentración, y la afectividad.
Con relación a los factores psicológicos, se ha demostrado que algunos sujetos fronterizos han tenido experiencias traumáticas durante su infancia (abuso físico, emocional, o violaciones). Los afectados señalan que han crecido en ambientes inestables, hostiles, depresivos, e inseguros. Evidentemente, la negligencia emocional de los padres genera graves consecuencias en la formación de la identidad del niño.
Para este tipo de diagnóstico se toman en cuenta los síntomas declarados por el afectado, así como los signos que manifiesta. Al observar e identificar las condiciones (notorias) del paciente se puede realizar una suposición razonable de la enfermedad, es decir, emitir una evaluación hipotética sobre la existencia de la misma. A continuación se señalan algunos síntomas y estados que pueden considerarse como fuertes indicios de un paciente fronterizo.
1. Estado ansioso: Un sujeto borderline puede experimentar ansiedad crónica y difusa, la cual se caracteriza por sentimientos de: tristeza, malestar, culpa, hipervigilancia, humor deprimido, preocupación, alteraciones del sueño, estado de alarma, inseguridad, tensión psíquica, sensación de angustia existencial, somatizaciones difusas, deterioro de las relaciones familiares, además de pérdida de interés en la vida misma. El estado ansioso puede aumentar ante circunstancias de separación, ruptura o abandono.
2. Neurosis Polisintomática: La neurosis como tal, es una condición psicológica que afecta la percepción intra e inter personal. En los casos fronterizos se presentan diversas manifestaciones, tales como:
Multiplicidad de Fobias: Usualmente el sujeto padece de fobias que generan fuertes inhibiciones sociales. Dichas aversiones confinan a la persona a determinados ambientes, incapacitándolas para enfrentar el mundo exterior, tal es el caso de la agorafobia.
Pensamientos y rituales obsesivos: Los individuos tienen ideas y actos compulsivos que pueden coexistir con los estados de ansiedad. En este sentido, un sujeto puede desarrollar rituales y hábitos autolesivos, por ejemplo, con su higiene personal.
Predisposiciones paranoides e hipocondríacas: Es posible que el afectado padezca simultáneamente de excesivas preocupaciones por su estado de salud y de ciertas alucinaciones.
Sintomatología de conversión: Algunos casos fronterizos desarrollan conversiones profundas, intensas y extendidas. Las conversiones que experimentan suelen ser tan diversas que en ocasiones resulta complejo para el psicólogo analizar la conexión simbólica inconsciente detrás de las mismas.
Reacciones Disociativas: Probablemente el individuo experimente estados de penumbra, fases de ensoñación histérica, e incluso, amnesia relacionada a alteraciones de la conciencia.
Sintomatología obsesiva – compulsiva: que secundariamente se han hecho sintónicos con el yo, adquiriendo en consecuencia el carácter de pensamientos y acciones “sobreevaluados”.
3. Preferencias sexuales perversopolimorfas: En este caso, no se incluyen personas que tengan desviaciones sexuales constantes y seguras. Sólo se tendrá en cuenta aquellos sujetos que realicen actos perversos, inestables, peligrosos y variables. En este sentido, se hace hincapié en personas, cuya sexualidad resulta caótica, retorcida, cambiante, agresiva y poco satisfactoria.
4. Adicciones impulsivas: El sujeto borderline puede experimentar deseos o impulsos incontrolables a fin de satisfacer sus necesidades inmediatas. De manera que, presenta episodios impulsivos, crónicos, y desmedidos para gratificarse, ya sea con alcohol, drogas, e incluso a través de la cleptomanía.
5. Desórdenes del carácter de “nivel menor”: Los fronterizos tienden a desarrollar una grave patología caracterológica en la que predomina la naturaleza infantil, la personalidad “como si” y la condición narcisista. Con el propósito de realizar un diagnóstico presuntivo es indispensable dar seguimiento y evaluar la vida cotidiana de la persona, es decir, resulta vital, analizar sus relaciones personales y contextos laborales. De este modo, se podrá conocer sus interacciones y sus vínculos afectivos.
Cabe señalar que los estados depresivos en los casos de pacientes fronterizos se asocian a sentimientos de soledad y aislamiento.
Los criterios para el diagnóstico clínico del trastorno límite se centran principalmente en: el desequilibrio de las relaciones interpersonales, la percepción deficiente de la autoimagen, problemas de vinculación y afectividad, y, la presencia frecuente de comportamientos impulsivos y alarmantes. Para determinar este cuadro clínico deben estar presente al menos cinco de los siguientes aspectos diagnósticos:
1. Acciones frenéticas e incluso irracionales para impedir un abandono (real o imaginario).
2. Inestabilidad en las relaciones interpersonales. El sujeto se maneja entre la idealización y desvalorización de sus allegados. Tiende a ver a sus semejantes como “extremadamente buenos” o “extremadamente malos”. En cuanto a la idealización, los pacientes bordeline suelen mitificar a las personas, negando sus defectos. (El proceso de idealización consiste en realzar excesivamente las virtudes y cualidades de un sujeto, distorsionando la realidad). Con relación a la desvalorización, las personas fronterizas exageran de forma patológica los defectos de los otros, generando un menosprecio extremo hacia el individuo que en algún momento idealizaron.
3. Problemas de identidad: La persona fronteriza posee un sentido de sí mismo (autoimagen) impropio, deficitario, e inestable. De allí que desarrolle comportamientos impulsivos en diferentes áreas de su vida, tales como: sexualidad, alimentación, gastos (derroche de dinero), entre otros.
4. Amenazas suicidas frecuentes: Debido a la variación recurrente de sentimientos y estados anímicos (sin desencadenantes justificables) los individuos experimentan una marcada inestabilidad emocional, que eventualmente puede conllevar a comportamientos de automutilación e intentos suicidas.
5. Sensaciones arraigadas de vacío.
6. Ira intensa: Las personalidades fronterizas experimentan un enojo desproporcional, y su temperamento puede ser violento. Siendo esto un estado anormal, y desadaptativo. Es de agregar que usualmente generan o se involucran en peleas o disputas.
7. Ideación paranoide temporal: El afectado desarrolla sospechas injustificadas acerca de estar siendo menospreciado o tratado injustamente. Dichos episodios se relacionan a situaciones estresantes.
1. Terapia dialéctico - conductual
Este método psicológico reúne la filosofía dialéctica y los principios del Zen a fin de abordar los comportamientos amenazantes y desadaptativos que ponen en riesgo tanto al paciente, como a las personas cercanas. A través del enfoque dialéctico, el terapeuta promueve una actitud de ‘aceptación’ de la realidad, y, una actitud orientada al ‘cambio’ y al mejoramiento de ciertas conductas perjudiciales. Es importante señalar que la orientación dialéctica siempre está integrada a la práctica Zen. De este modo, el tratamiento se basa principalmente en la formulación y ejecución de estrategias de validación y estrategias de resolución de problemas.
De acuerdo al enfoque dialéctico - conductual, las personalidades fronterizas se ven reforzadas debido a los ambientes invalidantes que mantienen, e incluso consolidan los comportamientos disfuncionales propios de este desorden mental. Es por esta razón que, la terapia se orienta en primer orden a afrontar los comportamientos autodestructivos.
Un aspecto importante a considerar, es la falta de compromiso del paciente. Al respecto, es probable que el individuo intente interferir negativamente con la terapia. En otras palabras, puede desarrollar conductas de riesgo, presentarse de forma violenta y soez, evitar asistir a las citas, y en el peor de los casos, abandonar el tratamiento por completo. De allí, que el especialista deba empatizar con el sujeto tratado, explicándole claramente la necesidad de la intervención psicológica, los beneficios, y las dañinas consecuencias de no aplicarla.
El propósito básicamente es entrenar al paciente para el desarrollo de conductas adaptativas dirigidas a la resolución de conflictos. En líneas generales se puede afirmar que la terapia contribuye a:
Es de señalar que esta terapia debe realizarse no en menos de 24 semanas, y que el apoyo de amigos y familiares resulta de gran relevancia.
2. Psicoterapia enfocada en la transferencia
Esta terapia parte del supuesto de que los sujetos fronterizos padecen de una aguda difusión de su identidad personal, es decir, dichos pacientes no desarrollan una visión coherente del self. Es importante explicar que la difusión de la identidad se manifiesta en la incapacidad del paciente de formar una valoración adecuada sobre sí mismo y sobre los demás, razón por la cual la persona desarrolla comportamientos conflictivos y caóticos, que inciden en sus asuntos laborales, su vida social, sus relaciones personales y su intimidad.
En este sentido, se busca que el afectado logre diferenciar e integrar las representaciones polarizadas tanto del self, como de otras personas. Hasta el momento, se ha comprobado que la psicoterapia focalizada en la transferencia contribuye a superar los trastornos de ansiedad, los estados depresivos, las conductas autolesivas, y, desalienta los comportamientos suicidas de los pacientes borderline. De igual modo, este tratamiento ha demostrado favorecer tanto a la organización de la personalidad, como al mejoramiento del proceso de mentalización (Capacidad de evaluar e interpretar los comportamientos de acuerdo a condiciones mentales intencionadas). En definitiva, quienes asisten a la terapia de transferencia reciben la orientación necesaria para comprender la naturaleza de este desorden mental y hacerle frente. Es de agregar que el terapeuta incentiva al paciente a retomar su vida, desarrollando relaciones interpersonales saludables y duraderas.
Tácticas Generales:
1. Para iniciar se constituye un contrato entre el paciente y el terapeuta. Dicho acuerdo contiene clara y minuciosamente los alcances y las limitaciones del tratamiento (encuadre).
2. Se estable el tema o asunto prioritario de acuerdo al caso de borderline.
3. Se explora de forma paulatina la percepción distorsionada del self que posee el paciente a fin de prepararlo para el proceso de transferencia e interpretación.
4. Se realiza un control de las reacciones emocionales y la intensidad afectiva del sujeto con el propósito conservar las condiciones y restricciones de la terapia.
Estrategias:
Fase 1. En la psicoterapia focalizada en la transferencia se comienza presentando e identificando las relaciones objetales dominantes a fin de tener un panorama tan completo como sea posible.
Fase 2. Se realiza un intercambio de roles. Esta etapa es de gran relevancia ya que progresivamente permitirá al afectado identificar sus percepciones inadecuadas y sus representaciones extremas, desarrollando de este modo, un estado más consciente de su realidad. Cabe acotar que durante la inversión de roles se hace uso de técnicas de clarificación y de confrontación de díadas específicas para que el sujeto empiece a reconocer los extremos y sus repercusiones. En tal sentido, cuando el paciente desarrolla comportamientos manipuladores, el terapeuta se maneja con respuestas contra-transferenciales, generando una díada persecutoria (en la que el enfermo asume el papel de víctima y el especialista de victimario), o, creando una díada idealizada (en la que el paciente ve al especialista como un protector o salvador).
Fase 3. Para finalizar, el terapeuta realiza una interpretación de las transferencias (positivas y negativas) y de la experiencia general de la persona. En esta fase se busca resolver la disfunción de identidad del sujeto fronterizo, trabajando en base a una integración significativa y matizada del self (de sí mismo). Al culminar el tratamiento, el individuo estará en la capacidad de reconocer y admitir la naturaleza de sus reacciones y emociones, su propia agresividad, e incluso sus estados disfóricos, lo cual le permitirá generar una visión coherente y cohesionada de su realidad intrapersonal e interpersonal; usualmente esta psicoterapia se aplica con una frecuencia semanal, y la cantidad de sesiones se determina de acuerdo al diagnóstico del especialista.
3. Psicoterapia fundamentada en la mentalización
Es relevante expresar que el proceso de mentalizar consiste en contemplar e interpretar el comportamiento como consecuencia de los pensamientos y las creencias (conscientes e inconscientes) de la persona. Esta facultad es la forma más espontánea y natural por medio de la cual la mente humana concibe y entiende al mundo. Se puede afirmar que, la mentalización es una capacidad indispensable para la adecuada organización del self, y por tanto, para el entendimiento de las conductas propias y ajenas. La misma se desarrolla a partir de las relaciones afectivas (de apego) tempranas.
En este sentido, la psicoterapia fundamentada en la mentalización busca adiestrar al sujeto fronterizo para que desarrolle una ‘representación interna coherente’ acerca de quién es; lo que le permitirá controlar las reacciones impulsivas y mejorar las interacciones sociales.
Todos los sujetos crean una representación de la realidad en su cerebro. Sin embargo, en el caso de los Trastornos Límite de la Personalidad, el afectado forma una representación errónea y desajustada de lo que percibe. Y es que su proceso mental e imaginativo está severamente afectado. De allí, que el especialista trate de llevar al individuo borderline a un nuevo estado de conciencia. Para esto, el terapeuta motiva al paciente a que se explore y se pregunte: ¿Cómo se piensa a sí mismo?, ¿Cómo percibe sus reacciones?, ¿Cuál es su auto - concepto?, ¿Cómo se siente sobre su self?, ¿De qué manera su identidad personal afecta sus relaciones?
¿En qué consiste el tratamiento? Para comenzar se realiza un diagnóstico y se hace uso de la psicoeducación a fin de explicar minuciosamente al paciente en qué consiste la condición borderline, su etiología, características e implicaciones. De igual modo, el especialista describe y pormenoriza las etapas del tratamiento, sus funciones, y los posibles pronósticos. Es de agregar que una tarea indispensable es lograr que el sujeto tratado se comprometa e involucre con el tratamiento, de lo contrario, puede verse profundamente afectada la estrategia psicoterapéutica.
Durante esta fase inicial, el experto estudia la facultad de mentalización del individuo. Para dicho propósito, el terapeuta realiza una evaluación minuciosa de: las relaciones interpersonales, los patrones de comportamiento, los contextos sociales frecuentes, los detonantes o factores ansiógenos que producen acciones riesgosas, las experiencias perjudiciales que han incidido en el desarrollo del paciente. Por ello, el psicoterapeuta prestar especial atención a cómo la persona percibe y comprende sus propias conductas.
Luego, se trabaja una etapa intermedia del tratamiento. Esta fase es la más difícil para el paciente puesto que comprende tanto la terapia individual como la terapia colectiva. Es durante esta fase que se aplican las técnicas y los métodos específicos de la mentalización. En este sentido, el especialista empieza a proponer respetuosamente puntos de vista discrepantes al paciente, con el propósito de lograr un proceso reflexivo en el que el sujeto se autoevalúe e identifique los pensamientos que le resultan más coherentes y beneficiosos. Durante este nivel, también se incluye el trabajo con los impulsos, los sentimientos y las emociones.
Para finalizar, se debe preparar al sujeto borderline para el cierre del tratamiento. El psicólogo ayudará al individuo a lidiar con las sensaciones de pérdida que genera la culminación del ciclo terapéutico, y de igual manera, el experto lo motivará a mantener y disfrutar los logros alcanzados hasta el momento.
Etapa Infantil:
Durante la infancia el diagnóstico borderline resulta una compleja tarea debido a la carencia de estructuras psíquicas definidas. En líneas generales se puede afirmar que los niños fronterizos son: poco tolerantes, desbordan ansiedad, se frustran rápidamente, son impulsivos, e incluso pueden experimentar ataques de pánico. También experimentan aterradoras sensaciones de abandono y de desintegración familiar y social. El trabajo terapéutico a temprana edad resulta de vital importancia para la prevenir la profundización y el agravamiento de dicha condición.
En este sentido, la psicoterapia infantil está dirigida a redireccionar las representaciones impropias del self, regular los impulsos violentos, y, disminuir la fehaciente ansiedad del niño. Es de resaltar que, el control de la ansiedad favorece la concentración del infante, lo cual le beneficia su proceso de integración social y su rendimiento académico. Otro propósito de este tratamiento se relaciona con la transformación de las relaciones objetales que fluctúan entre los extremos de: idealización y desvalorización.
En cuanto a la participación de los padres, el especialista desarrollará un trabajo profundo para cuidar y mantener la salud familiar. Al respecto, se enseña a los progenitores ciertas técnicas y métodos para sobrellevar la inestabilidad emocional y la creciente ansiedad del infante.
Etapa Adolescente:
Esta psicoterapia tiene como objetivo fundamental contribuir al surgimiento del self auténtico del joven, que por lo general se encuentra oprimido ante el contexto social. Los adolescentes border usualmente están llenos de contradicciones, su humor varía frecuentemente, tienen dudas acerca de su identidad personal y de su inclinación sexual. Por tanto, resulta indispensable brindarle la orientación necesaria para superar sus aspectos disociados y enfrentar las dificultades de su mundo interior.
Por medio de esta terapia se trata de concienciar al adolescente para que evite comportamientos sexuales riesgosos, conductas irresponsables en manejo de vehículos, consumo de sustancias tóxicas (alcohol, drogas), autolesiones, entre otros comportamientos amenazantes. El propósito general es subsanar y compensar las disfunciones ‘yoicas’; de allí que el especialista ayude al paciente a que gane y disfrute de su autonomía.
Etapa Adulta:
En pacientes adultos se recomienda la terapia psicoanalítica durante al menos 24 meses. Es importante indicar que en la etapa inicial del tratamiento es muy probable que el paciente presente comportamientos desafiantes, realice amenazas, se ausente o llegue tarde a las reuniones con el objeto de descolocar al terapeuta, y sabotear los intentos del profesional. Una vez superada esta fase, se realizarán diferentes tipos de transferencias con el fin de abordar los aspectos escindidos que han perjudicado la salud mental del individuo. La intervención en sí está orientada a que el paciente genere progresivamente una imagen coherente e integrada de sí mismo.
Para atender la condición borderline resulta indispensable combinar el tratamiento psicoterapéutico, con el farmacológico. La intervención médica para este desorden mental se establece a través de dimensiones específicas tales como: la afectiva, la impulsiva y la cognitiva.
En cuanto al abordaje farmacológico de la dimensión afectiva, se recomienda el uso de antidepresivos de clasificación IRSS (inhibidores de la recaptación de serotonina), tales como: Citalopram, Fluoxetina, Paroxetina, Sertralina, Divalproato. De igual modo, se puede hacer uso de estabilizadores del ánimo para manejar las reacciones impulsivas y la inestabilidad emocional del paciente. Entre los estabilizadores de propiedades antiagresivas figuran: Lamotrigina, Acido Valproico, Carbamazepina, Litio.
Con relación a la dimensión impulsiva, también se sugiere utilizar los IRSS. De mantenerse una conducta inadecuada el especialista puede emplear antipsicóticos típicos (Trifluoperazina, Haloperidol, Clorpromacina) o atípicos (Risperidona, Olanzapina, Clozapina). Es importante explicar que los antipsicóticos típicos están indicados para los estados de: psicosis, ansiedad severa, comportamientos irascibles o peligrosos, y, agitación psicomotora. Por su parte, los antipsicóticos atípicos han demostrado contribuir a regular la impulsividad, y el funcionamiento en general.
Finalmente, si el paciente presente un cuadro psicótico (dimensión cognitiva) se recomienda también el uso de antipsicóticos típicos o atípicos, por un período de cinco a siete semanas.
Psicólogos de Bogotá expertos en trastorno límite de la personalidad