Cuando hablamos de conductas autolesivas normalmente pensamos en un grupo determinado y concreto de pacientes. Habitualmente las personas con traumas psicológicos, trastornos de personalidad, problemas de carácter familiar y los trastornos psiquiátricos son los más comúnmente atribuidos a dichos comportamientos.
Si bien es cierto que en muchos casos la autolesión puede ser uno de los efectos de diversos trastornos psicológicos, y aunque la incidencia de estos ha sido documentada en muchas ocasiones debido a que se presenta como el resultado de dichas conductas, no existe evidencia concreta que indique los motivos precisos por los cuales un infante se autolesione, ya que el cerebro de un impúber no funciona de la misma manera que el cerebro de un adolescente o como el de un adulto.
Las causas usualmente son distintas en cada caso y el tipo de autolesión se da a distintos niveles. Tanto un adulto como un adolescente pueden mostrar comportamientos autolesivos a través de la ingesta de sustancias nocivas como alcohol o drogas, mientras que en un niño las formas del comportamiento autolesivo se manifiestan generalmente en golpes, rasguños, morderse, halarse del cabello e interferir con la sanación de heridas.
Dentro de los motivos implícitos existen muchas ideas vagas y/o mitos poco fundamentados en relación a la autolesión en niños, los cuales muchas veces resultan perjudiciales debido a que los pacientes tienden a ser reacios a comentar sus problemas a alguien más por temor a ser malinterpretados o juzgados por su condición, ocasionando que estos no reciban la ayuda necesaria para solventar los problemas que puedan estar presentando.
Los mitos e ideas más comunes que se le atribuyen a esta conducta son tópicos como, por ejemplo, que las personas que se autolesionan solo buscan llamar la atención, el cual es un estereotipo poco fundamentado y desacertado. Las personas que cometen este tipo de actos se muestran remisas ante la idea de compartir sus problemas con alguien más, resultando difícil para ellos pedir ayuda.
Otro mito bastante común es pensar que las personas que tienen comportamientos autolesivos son suicidas. Esto no es del todo cierto, ya que muchas personas utilizan este método para lidiar con los problemas y circunstancias difíciles de su vida, muchos lo describen como un método para aferrarse a la vida, ya que así pueden sobrellevar de mejor manera las dificultades. No obstante, hay quienes optan por la idea del suicidio y es por ello que cada caso de autolesión debe tomarse con seriedad.
Debido al desconocimiento sobre los motivos de las autolesiones, existen quienes creen que aquellos que realizan estos actos sienten placer al causarse cualquier clase de dolor. De esto no existen evidencias que demuestren que las personas que cometen este tipo de actos perciban el dolor de manera distinta a los demás o que esto lo hagan por placer.
La ignorancia sobre los comportamientos autolesivos deriva en una gran cantidad de problemas los cuales han provocado una desunión de términos para describir la autolesión. Por un lado, existen conceptos que solo abarcan las implicaciones que tiene la autolesión en el cuerpo, mientras que otros buscan explicar las repercusiones psicológicas y emocionales. A pesar de esto, puede entenderse como cualquier daño causado hacia uno mismo sin intencionalidad suicida, con el fin de lidiar con pensamientos y situaciones negativas.
Dentro de este campo existe gran inconsistencia entre los resultados de los estudios realizados sobre la autolesión en infantes. Este problema tiene su raíz en la falta de estudios y procedimientos adecuados para registrar correctamente el número de incidencia en comportamientos autolesivos, de manera que dichos resultados varían dependiendo de donde se realicen los estudios.
Uno de ellos mostró que 1 de cada 130 jóvenes presentaban comportamientos autolesivos. Dentro de este se observó un aumento en la cantidad de pacientes que acudían al Hospital en donde se realizó la investigación en aproximadamente 28% entre los años ’85-‘95. Otros datos que se lograron recopilar en este periodo fueron las tasas de reincidencia en comportamientos autolesivos, siendo de 56.9% en hombres y de 46.3% en mujeres.
1840 Personas con edades que estaban por debajo de los 20 años de edad fueron estudiadas, y de esta manera se vislumbró un incremento en la frecuencia de autolesiones en personas de 18 y 19 años, además de descubrir que las autolesiones eran más frecuentes en los hombres que en las mujeres, con 13.2% y 2.6% respectivamente, mientras que las mujeres acudían con mucha más frecuencia que los hombres por el abuso en la ingesta de medicamentos, con un 91.2% en mujeres y un 82.5% en los hombres.
Según el sitio web de la Fundación de Salud Mental (Mental Health Foundation website) un 10% de los niños posee comportamientos autolesivos, dicho de otro modo, dentro de un aula de clases existe una media de 2 niños que presentan dichas conductas.
Otros estudios hechos el año pasado en Medellín, Colombia, señalan que hubo más de 1.800 intentos de suicidio, de los cuales el 73% correspondían a personas por debajo de los 30 años.
Estos datos sugieren que, cuando un niño se autolesiona y dicho comportamiento no es tratado a tiempo, puede avanzar al punto de cometer las lesiones de manera más concurrida y terminar derivando en daños más graves debido a la incapacidad del niño de resolver las situaciones que lo hagan reincidir en conductas autolesivas.
Por otro lado, se ha observado que la cantidad de pacientes femeninos que muestran comportamientos autolesivos, son tres veces mayor a la incidencia de autolesiones en varones, lo cual viene variando según la edad, siendo los pacientes que están comenzando su etapa de pubertad los más propensos a presentar esta conducta.
Debido a esto, es necesario poner extrema atención en cada caso de niños con comportamientos autolesivos y determinar los factores por los cuales el infante se autolesione y analizar, si el caso lo amerita, si existe una condición psicológica presente en el paciente que de cómo resultado estos episodios.
Los comportamientos autolesivos eran tratados como síntomas exclusivos de ciertas condiciones psicológicas, atribuida, por lo general, al trastorno de personalidad o personalidad limítrofe, esto se debe a que con mucha frecuencia un paciente que presentaba dichas características psicológicas tendía a mostrar comportamientos autolesivos. No obstante, ambas situaciones pueden presentarse de manera independiente, por lo que esta puede derivar como una posible comorbilidad.
Los comportamientos autolesivos también pueden encontrarse en comorbilidad con trastornos alimenticios. Se han evidenciado casos en donde pacientes con trastornos alimenticios utilizan la autolesión como un método para evitar la ansiedad que les genera la comida. Esto se presenta en aproximadamente 1 de cada 5 pacientes menores de edad.
Ambos comportamientos, tanto la autolesión como los trastornos alimenticios, mantienen correlación debido a que ambos son expresados a través de daño físico.
Además de esto, se ha evidenciado que las conductas autolesivas pueden presentarse junto con otros trastornos psicológicos como la depresión o estrés post-traumático, los cuales se suscitan de distinta manera en los niños debido a que está involucrado el desarrollo de la personalidad del individuo a través de su crecimiento. En un adulto estos cambios suelen distinguirse de manera más evidente ya que el comportamiento del adulto está definido, mientras que, en un infante, la depresión puede incurrir en una serie de cambios de personalidad como la falta de energía, cambios bruscos de humor y conductas negativas que pueden crear un escenario en donde la única opción viable para un infante de sobrellevar estas condiciones sea a través de la autolesión.
Debido a la gran cantidad de condiciones de las cuales pueden derivar las conductas autolesivas, en la actualidad existe un extenso campo de estudio en el que se busca cimentar los orígenes patológicos de la autolesión a través del análisis y la experimentación; un análisis empírico el cual pueda proporcionar tratamientos efectivos contra los comportamientos autolesivos. A partir de esto, se han buscado establecer los factores de riesgo de mayor relevancia, globalizando estos en variables como la sociodemografía, aspectos caracteriales, características psicopatológicas y variables psicosociales.
Cuando se hace mención de esta variable, de manera general se puede observar que la incidencia de comportamientos autolesivos tiende a variar según el género y la edad. Existen una gran cantidad de estudios transversales que muestran un fenómeno de “U” invertida, el cual consiste en un ritmo de incremento y descenso en la incidencia del comportamiento autolesivo, en el cual se vislumbra un aumento moderado en la prevalencia al momento temprano de la pubertad, luego un pico en la adolescencia media para concluir en una caída de la cantidad de individuos que incurren en la autolesión cuando estos pasan por la adolescencia tardía. Dicho aumento en la prevalencia es mayormente observado en el sexo femenino, mientras que tal incidencia es relativamente estable en pacientes del sexo masculino.
En cuanto a la prevalencia basada en el sexo, se observan dichos comportamientos de manera más frecuente en mujeres que en hombres, con una proporción de 3.0 a 2.0. Cabe resaltar que dicha proporción no es observada en todos los estudios que abarcan el tema de la autolesión y muchas veces las diferencias evidenciadas en cuanto a la proporción se basan en la frecuencia de un método para autolesionarse por encima de otros. Asociado a esto, no existe una diferencia clara en pacientes impúberes en cuanto a la incidencia por su sexo.
Dentro de todos los rasgos de personalidad asociados a las conductas autolesivas, existen dos puntos a los que se le atribuye mayor importancia al momento de analizar los estudios retrospectivos, los cuales han sido la disregulación emocional en conjunto con la impulsividad.
La disregulación emocional ha sido definida en numerosos estudios cómo una respuesta emocional vagamente modulada o controlada que no entra dentro de los parámetros convencionales aceptados para ciertas respuestas emocionales. Dichas irregularidades en las respuestas emocionales no son necesariamente negativas debido a que estas pueden estar presentes dentro del rango de emociones positivas. A partir de esta hipótesis se han llevado a cabo estudios realizados de estrés inducido en laboratorios a pacientes infantiles que se autolesionan. De dichos experimentos se observó que los pacientes con comportamiento autolesivo presentaban una mayor conductancia dérmica, dicho de otra manera, la conductividad eléctrica en la piel presentaba un aumento, un parámetro irregular que señala una anomalía en la zona de la corteza cerebral encargada de regular la atención.
En cuanto a la impulsividad, es conocida como un rasgo que tiende a ser mayor en los pacientes infantiles con comportamientos autolesivos con respecto a sus homónimos que no inciden en la autolesión. Tal rasgo caracterial no se ha evidenciado en todos los estudios concernientes a tal característica, y los que muestran tener tal correlación entre la autolesión y una alta impulsividad, son, mayormente, pacientes del sexo femenino.
Otros rasgos que han sido objeto de investigación, son la baja autoestima y el estilo cognitivo negativo, observándose que los pacientes que presentan comportamientos autolesivos, muestran una imagen negativa de ellos mismos, tendiendo a relacionar, de manera global, los acontecimientos en sus vidas de forma mucho más negativa. Esta baja autoestima en conjunto al estilo cognitivo negativo han sido señaladas como factores de vulnerabilidad y factores que predisponen al paciente a incurrir y mantener el comportamiento autolesivo. Todas estas variables caracteriales representan un factor importante en la incidencia del comportamiento autolesivo, siendo esto comprobado a través del análisis empírico con respecto a la baja autoestima, de la misma forma que la disregulación emocional y la impulsividad tienden a ser factores claves y típicos en pacientes que se autolesionan.
Existen diversas características psicopatológicas que han sido estudiadas debido a presentar en comorbilidad, o bien, por estar correlacionadas con el comportamiento autolesivo. Uno de los factores más importantes dentro de este ámbito es la depresión, el cual puede manifestarse como estados de ánimos muy bajos hasta la idealización del suicidio o mostrarse como depresión mayor en ciertos casos. Se ha observado en numerosos casos que los pacientes infantiles que se han auto-infringido heridas han pensado en algún momento en la idea del suicidio, siendo la probabilidad de esta idealización diez veces mayor que en los pacientes que no se autolesionan.
Otra variable relevante dentro de las psicopatologías relacionadas a la autolesión son los trastornos de la alimentación. Esto queda evidenciado en la prevalencia de muchas investigaciones concernientes a esta psicopatología, ya que los resultados que arrojan tales estudios muestran que las autolesiones son más frecuentes en pacientes con trastornos alimenticios. Se piensa que esto se debe a que ambas conductas están relacionadas directamente con el cuerpo del individuo al tener una percepción negativa de su imagen corporal.
De esta manera, queda evidenciado que los menores que se autolesionan presentan, mayormente, características psicopatológicas en mayor proporción que un paciente que no incurra en la autolesión. En conjunto, se muestra que está presente una mayor y más duradera sintomatología depresiva, desencadenando de manera más concurrida dicho comportamiento.
Dentro de este ámbito, uno de los factores que más relevancia tiene con respeto al origen de la autolesión como patología, es la presencia de conflictos interpersonales que pueden presentarse tanto en la familia como en el ámbito escolar. Dentro del primer ámbito, se puede observar que el núcleo familiar de los niños que se autolesionan tiende a ser, en muchas ocasiones, un ambiente de mayor inestabilidad emocional, la cual es debida a dicha conflictividad emocional.
En cuanto al ámbito escolar como desencadenante de comportamientos autolesivos, se ha observado que este ambiente es uno de los mayores predisponentes con respecto a dichas conductas, debido a que los jóvenes que se autolesionan, por lo general son víctimas de acosos, propiciado por el constante abuso por parte de sus semejantes dentro de un aula de clases. A pesar de la gran cantidad de estudios realizados acerca del tema, no se ha llegado a una conclusión satisfactoria que indique los motivos por los cuales dichos comportamientos de acosos sean dados dentro de las escuelas.
Aunado a los factores desencadenantes de la autolesión, existen diversos elementos que intentan darle una explicación a los comportamientos autolesivos. Tales elementos se pueden evidenciar dentro de los consensos hechos a través de experimentos, muestras clínicas y comunitarias las cuales señalan que estas acciones pueden ser un método para contrarrestar el estrés emocional, los estados emocionales adversos, que solo pueden ser controlados a través de este comportamiento.
Otros postulados señalan que las conductas autolesivas tienen otras funciones, expresadas a través de varios factores que se conforman mediante el refuerzo intrapersonal, pudiendo ser positivo o negativo, así como el refuerzo social expresado, igualmente, de forma dicotómica.
El primer factor (intrapersonal positivo) expone la función de la autolesión como un generador de estímulos positivos, mientras que el segundo (intrapersonal negativo) hace referencia al alivio de emociones adversas y desagradables mencionadas anteriormente. El primero hace referencia a la búsqueda de ayuda, apoyo o atención que se busca tener en estas situaciones, mientras que la negativa busca eximir las cargas, obligaciones o compromisos sociales. Cabe resaltar que de estos factores, el intrapersonal negativo es el que sigue postulándose como la principal función del comportamiento autolesivo.
Los tratamientos destinados a los niños con comportamientos autolesivos están basados en estudios realizados sobre el ámbito escolar, estos son llevados a cabo principalmente en escuelas secundarias ya que en este ámbito el factor de riesgo inherente es mayor, seguido de programas de prevención en escuelas primarias. Las observaciones realizadas en esta área muestran que los tratamientos cognitivo-conductuales posiblemente sean los más efectivos para lidiar con el comportamiento autolesivo.
Dentro de esta línea investigativa existen dos terapias, las cuales pueden ser identificadas como los principales métodos de tratamiento por sus fundamentos teóricos.
En muchas ocasiones, las personas que se autolesionan son reacias a recibir tratamientos de la mano de un experto, por lo que es necesario, primeramente, ayudar a esa persona por los medios que sus allegados tengan. Del mismo modo, muchas veces los pacientes que se autolesionan no suelen ser abiertos con su situación por lo que es importante ser imparcial, estar muy atento y ser respetuoso. Esto puede resultar difícil al ver que alguien a quien quiere ayudar está cometiendo tales actos, pero es necesario primeramente prestar atención a las razones por las cuales un infante se autolesiona en lugar de concentrarse meramente en estos comportamientos. Algunas ideas que pueden ayudar serían las siguientes:
Psicólogos de Bogotá expertos en autolesiones